Publicidad

Hey, loco, no dispares

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Weildler Guerra
27 de febrero de 2021 - 03:00 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Hasta el último instante de su vida, el profesor Alfredo Correa de Andréis pensó que podría persuadir con su palabra a los violentos, por eso gritó al sicario que le apuntaba con un arma: “Hey, loco, no dispares”, recibiendo dos balazos mortales como respuesta. Era el 17 de septiembre del año 2004. Ese día un grupo de investigadores sociales estábamos reunidos en Cartagena cuando llegó la noticia de su muerte. Desde hacía varios meses Alfredo había sido objeto de seguimientos y acusaciones públicas que culminaron en su detención por parte de agentes del Estado, y aunque fue liberado, sus poderosos perseguidores no descansarían hasta darle muerte. Alguien comentó entonces que la secuencia de esas escenas formaba parte de un guion siniestro en el que el informante señala, el fiscal acusa, el juez libera y el sicario mata.

Años antes lo había conocido en un evento académico en Santa Marta. La primera impresión que me dio fue la de ser una mezcla de explorador británico, hippie jubilado y capitán vikingo. Irradiaba una capacidad de afecto y un pacifismo intrínseco tales que demolían las más afincadas prevenciones humanas. No lo vi sino una o dos veces más, pero bastaban unos pocos minutos con él para que alguien se sintiera su amigo de toda la vida. Escoger a alguien con esas cualidades humanas y académicas para asesinarlo solo pudo ser parte de una forma perversa de modulación del terror cuyo aciago mensaje iba también dirigido a intimidar a una comunidad humana muy amplia. Seguridad y terror eran entonces palabras intercambiables.

Hace pocos días la Universidad del Norte, a la que estuvo vinculado como docente, inauguró la Casa de Estudios Alfredo Correa de Andréis, un edifico moderno, grande e imponente que será un espacio para la lectura, la investigación y el debate de ideas libre y pacífico propio de los claustros universitarios. En ese lugar consagrado al pensamiento él se habría sentido a gusto. La tolerancia, afirmó el rector Adolfo Meisel en el acto de inauguración, fue su legado más importante. Las elocuentes y a la vez lacerantes imágenes del maestro Cristo Hoyos nos recuerdan rasgos de su vida, elementos como mochilas y papeles que le fueron inherentes. Unas familiares baldosas del Caribe manchadas y profanadas por unas botas oscuras registran la forma infame en que terminó su vida.

Ese homenaje a su vida y su obra como sociólogo y docente se enmarca en lo que se ha llamado la dimensión ética de la memoria. La memoria publica es indisociable de la democracia pues no existen tan solo la víctima y su familia, sino que la principal víctima es la sociedad en su conjunto. No basta con dar excusas a los familiares acerca de los actos abominables. El Estado tiene el deber de expresar en acciones concretas esta memoria social a través de conmemoraciones, monumentos, museos, libros documentales y otros tipos de registros. Estas acciones deben recordarnos ese pasado de inhumanidad siempre expuesto a la negación y a los abusos del olvido que buscan la perpetuación de la impunidad y socavan la democracia.

wilderguerra@gmail.com

Conoce más

 

Carlos(58915)28 de febrero de 2021 - 02:19 a. m.
En que año sucedió este asesinato de estado, sería en el mandato del ex..?. casualidades de la vida, quien lo creyera.
María(60274)27 de febrero de 2021 - 10:24 p. m.
¡Cuando será que Uribe se muere!
María(60274)27 de febrero de 2021 - 10:22 p. m.
Asesinan a la gente más valiosa, se consiguieron al psicópata perfecto con Uribe para robar y matar.
  • María(60274)27 de febrero de 2021 - 10:23 p. m.
    Y al muñeco perfecto.
ANA(11609)27 de febrero de 2021 - 10:08 p. m.
El Estado debería estar comprometido con la protección de todos los habitantes del país. Aun de quienes son contestatarios del establecimiento. Así, no tendría que ocuparse de conmemoraciones y perdones que no llevan sino a detestar a las autoridades que no desempeñan bien sus funciones.
juan(9371)27 de febrero de 2021 - 08:25 p. m.
Con nombre propio y sin miedo, hay que seguir señalando a los que dieron la orden del asesinato : Noguera, Narváez, Matarife...
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.