En días pasados, la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario dio un paso significativo en el reconocimiento de las concepciones indígenas de justicia al crear la cátedra del Sistema Normativo Wayuu. Este paso se ha dado en coordinación con la Junta de Palabreros de dicho pueblo. Los palabreros (llamados pütchipü’ü en la lengua indígena) son especialistas que emplean discursos persuasivos y una retórica eficaz para que las partes puedan llegar a la paz. La iniciativa de ese prestigioso ente académico constituye un reconocimiento de la experiencia y los saberes de los pueblos indígenas en el campo de la política y la justicia.
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En días pasados, la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario dio un paso significativo en el reconocimiento de las concepciones indígenas de justicia al crear la cátedra del Sistema Normativo Wayuu. Este paso se ha dado en coordinación con la Junta de Palabreros de dicho pueblo. Los palabreros (llamados pütchipü’ü en la lengua indígena) son especialistas que emplean discursos persuasivos y una retórica eficaz para que las partes puedan llegar a la paz. La iniciativa de ese prestigioso ente académico constituye un reconocimiento de la experiencia y los saberes de los pueblos indígenas en el campo de la política y la justicia.
El protocolo normativo wayuu es una respuesta que surge de una historia particular, como una creación gestada a lo largo de siglos de guerras y conflictos prehispánicos, coloniales y republicanos. En este pueblo, figuras mitológicas como Maleiwa, un ordenador y transformador de los seres vivientes, intervinieron en la humanidad con un carácter principalmente axiológico. Su intervención buscó equipar a los seres humanos con principios normativos y sociales que regulen las relaciones entre ellos y, por extensión, las de los humanos con otros seres vivientes. En dicha justicia la concepción de persona no se limita a la humanidad, sino que puede extenderse a otros seres como cerros, astros, vientos, animales y plantas. A ellos se les considera dotados de intencionalidad, reflexividad y un código moral.
El principio más sencillo de este sistema normativo establece que quien cause, de manera voluntaria o involuntaria, una afrenta moral o una lesión física a otra persona debe entregar una compensación a los parientes de la víctima. Las partes pierden con la disputa, pero ganan mediante un acuerdo el prestigio social perdido. Entre los wayuus, entender los motivos del otro es un elemento central en la reconciliación y la reparación.
Estas concepciones indígenas de justicia enfrentan constantes retos y dificultades. Una de ellas es el extenso desconocimiento acerca de los principios y procedimientos, lo que da origen a arraigados prejuicios y deformaciones. Existen marcados prejuicios en algunos medios de comunicación nacional contra la justicia indígena y ello refleja que ciertos sectores sociales se sienten amenazados por la diversidad en todas sus manifestaciones. Esto contrasta con la visión de un Estado que en su Constitución reconoce la diversidad cultural y el pluralismo jurídico.
Los protocolos indígenas de justicia son mucho más que simples “usos y costumbres”, como los suelen llamar para darles un rango menor con respecto a la justicia ordinaria. Al denominarlos de esa manera sus actuaciones son vistas como actos caprichosos y banales basados en la simple repetición mecánica de una tradición arbitraria. No obstante, los sistemas normativos indígenas poseen principios y procedimientos, y reflejan valores que los orientan. Se fundamentan en auténticas ontologías y cosmologías amerindias que regulan las relaciones existentes entre los humanos y entre estos y los no humanos.
Muy bien por la Universidad del Rosario al haber dado este paso significativo. Esto hace posible que el país pueda profundizar en el conocimiento de una concepción indígena de la justicia que es portadora de sus propias ritualidades y formula una visión no patológica de las desavenencias humanas.