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Dentro de los argumentos que Colombia ha presentado al Gobierno de Estados Unidos para intentar persuadirlo de que nos renueve la certificación en materia de lucha contra las drogas de uso ilícito, el vicecanciller hizo referencia a la cantidad de clorhidrato de cocaína decomisada durante el 2024. Yo recomendaría hacer énfasis en otros aspectos, porque un análisis más detenido de esas incautaciones lo que muestra es un notable descenso en la eficiencia de quienes desde el 2022 se ocupan de planear y ejecutar esas operaciones.
Como número individualmente considerado, es verdad que en el país nunca antes se habían retenido 848 toneladas de esa sustancia, puesto que las 984 que se habían anunciado internamente con corte a diciembre del 2023 (y que habrían mostrado una reducción para el 2024) terminaron siendo 739 en los registros internacionales. Lo que realmente debería interesarnos es a qué porcentaje de la totalidad de clorhidrato de cocaína elaborado en ese mismo período equivale. Aun cuando todavía no hay datos oficiales de Naciones Unidas sobre la producción en el 2024, se calcula que rondará las 2.800 toneladas, con lo cual lo incautado correspondería a un 30,29 %. Ese sería un resultado muy cercano al obtenido en 2023, año en el que frente a las 2.664 que alcanzaron los traficantes se incautaron 739 (tan solo el 27,74 %), pero más bajo que el de 2022 (en el que tanto Duque como Petro fueron presidentes) cuando de las 1.738 conseguidas ilícitamente se interceptaron 676 (un 38,9 %).
Durante el 2021, de las 1.400 toneladas que salieron de los laboratorios clandestinos se incautaron 669 (el 47,79 %), mientras en el 2020 se habían decomisado 505 de las 1.128 producidas, esto es, un 44,7 %; en 2019 se retuvieron 428 de las 1.137 logradas por los narcotraficantes, es decir, el 37,6% y en 2018 (año en el que coincidieron en la presidencia Duque y Santos) se interceptaron 413 de las 1.120 procesadas (el 36,8 %).
En el año 2017 se incautaron 434 de las 1.058 transformadas, es decir el 41,3 % del total, menos que en el 2016 cuando se retuvieron 362 de las 810, (el 44,6 %), y también menos que en el 2015 cuando se interceptaron 253 de las 499 generadas, lo que arroja un destacado 50,7 %, superior al conseguido en 2014 cuando se decomisaron 148 de las 368 salidas de los laboratorios clandestinos, (el 40,2 %).
Si se revisan las cifras anuales de producción de clorhidrato de cocaína entre el 2014 y el 2023 se podrá observar que, aun cuando han crecido continuamente, la proporción de ese aumento es considerablemente más alta entre los años 2022 y 2023 con un impresionante 53,3 %. Ese desmesurado incremento parece indicar un relajamiento del Gobierno en las acciones orientadas a controlar la actividad de los laboratorios encargados de la transformación de la hoja de coca. Si adicionalmente se comparan los porcentajes de incautación logrados en los dos cuatrienios anteriores (44,2 % entre el 2014 y el 2018, y 41,7 % entre 2018 y 2022) con el 33,3 % de los dos primeros años de este Gobierno (faltan los datos oficiales de 2024), es evidente la disminución de resultados positivos por parte de las autoridades encargadas de esas labores.
