#YoAborté

Tuve que abortar en un consultorio clandestino

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Yo aborté
10 de febrero de 2020 - 05:00 a. m.
Por Antonia*
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Estar embarazada sin desearlo ha sido una de las experiencias más difíciles que he vivido. Pasó hace casi cuatro años, cuando tenía 20 y una relación estable. Soy profesional en el área de la salud y sabía perfectamente cómo evitar ese desenlace, pero me falló el método anticonceptivo.

No fue una decisión sencilla, aunque la tenía clara: quería abortar. No deseaba ser madre. Algunos podrían pensar que por tener conocimiento de salud me iba a quedar más fácil, pero no fue así. No sabía dónde conseguir un medicamento para abortar. Además, me dio mucha vergüenza pedirle ayuda al ginecólogo que me daba clases en la universidad.

El estigma me llenó de miedo desde el primer momento. Sentía mucha vergüenza de ser una mujer que deseaba abortar. Creo que esto tiene que ver con haber sido criada con unos valores cristianos que hacían aún más pesada esa carga.

Mi pareja y yo no teníamos dinero. Así que una de esas clínicas privadas, según lo que habíamos escuchado, no era una opción para el bolsillo. Buscando ayuda le contamos a una médica prima de mi pareja, pero ella se negó a darnos información.

En un segundo intento, un médico amigo de la familia de mi novio nos recomendó ir a un consultorio donde podrían hacerme el aborto. Para conseguir algo de dinero tuvimos que mentir a nuestras familias. Les dijimos que necesitábamos comprar libros y materiales para estudiar.

Fueron más o menos tres días de tortura, mientras conseguimos la cita. Cuando llegó el momento, teníamos mucho miedo. Nos abrazamos llenos de incertidumbre. No sabíamos qué podía pasar. Era un lugar oscuro y frío. Mi pareja me besaba y llorando me pedía perdón, él se sentía tan culpable como yo.

Recuerdo que lo primero que busqué en ese lugar fue un diploma que me diera la seguridad de que sí se trataba de un médico. Sin embargo, el miedo era permanente, me daba pánico ser una más en las estadísticas de muerte y complicaciones asociadas a abortos inseguros que tantas veces había revisado en la universidad.

La consulta fue rápida, me hizo una ecografía. Confirmó las siete semanas de embarazo. Después acordamos el costo. Como no me alcanzaba dejé en prenda una cadena por la que nunca volví.

Recuerdo la soledad de esa camilla, con la única compañía de este médico extraño, que me tocó múltiples veces, innecesariamente. Me sentí abusada, pero no podía hacer nada. Yo necesitaba abortar.

Al salir, me abracé con mi pareja, lloramos, pero yo estaba bien. Estuve acompañada después del aborto por él y mi mejor amiga. No fue una experiencia fácil, pero sé que para mí fue la mejor decisión. Hoy soy profesional y tengo una maestría que me permite luchar por los derechos de otras mujeres para evitar que pasen situaciones incómodas y angustiantes como las que pasé.

Todas deberíamos vivir esta experiencia en entornos amigables, sin estigma, con mayor información y, sobre todo, con toda la seguridad de no poner en riesgo nuestra salud.

*Antonia es un seudónimo

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La ilustración fue realizada por La Ché, síguela en Instagram

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