Retomemos el caso del expresidente Álvaro Uribe Vélez y sus cercanas coincidencias de tiempo, modo y lugar con el paramilitarismo. Para eso vale la pena retomar unas declaraciones de otro testigo que, sorpresivamente, terminó silenciado.
El paramilitar Francisco Enrique Villalba Hernández, alias Cristian Barreto, se ganó la confianza de Salvatore Mancuso y lo siguió en su travesía de terror por varias regiones del país, entre ellas Antioquia. Antes de eso fue escolta personal de Carlos Castaño. Es decir, conoció muy de cerca el liderazgo de esa organización criminal.
Alias Cristian Barreto realizó la masacre de El Aro. Fue el primero que empezó a develar las aberraciones cometidas por los paramilitares en la incursión a ese corregimiento de Ituango, en el norte antioqueño.
Según sus propias palabras —perseguido por las pesadillas y por los gritos de las víctimas de El Aro que le retumbaban en la cabeza cada vez que cerraba los ojos—, alias Cristian Barreto decidió entregarse a las autoridades en febrero de 1998. Es decir, cinco meses después de ejecutada la masacre.
Gracias a una investigación realizada por el periodista Sergio Mesa, pudimos conocer que, en varias declaraciones y ratificaciones rendidas ante la Fiscalía, alias Cristian Barreto da cuenta del accionar del Bloque Noroccidental de las Auc, que estaba al mando de Luis Arnulfo Tuberquia, alias Memín, y relaciona la hacienda La Carolina, que fue propiedad nada más y nada menos que de los hermanos Uribe Vélez.
Alias Memín —quien fue excluido de la Ley de Justicia y Paz el 15 de abril de 2009 por la Corte Suprema de Justicia— se acogió a sentencia anticipada y aceptó cargos por homicidios, desapariciones forzadas y 10 casos de desplazamiento forzado. El sentenciado recibió una rebaja del 40 % del total de la pena impuesta, que ascendió a 40 años de prisión por su participación en la muerte de 304 personas.
Pero volvamos a alias Cristian Barreto.
De acuerdo con declaraciones rendidas entre 1998 y 2008, la policía de San José de la Montaña y los militares de la base militar, que coordinaban sus trabajos con los paramilitares con presencia en la zona, estaban instalados en la hacienda La Carolina. Así como se oye.
Esto no es nuevo. La vinculación de la hacienda La Carolina —en ese entonces propiedad de los Uribe Vélez— con el accionar de grupos paramilitares fue confirmada por ex jefes paramilitares como Rodrigo Pérez Alzate, alias Julián Bolívar.
También fue relatada por el teniente Everardo Bolaños Galindo, alias Jhon Jhon, condenado por paramilitarismo y por su participación en la masacre de El Aro: “[…] la presencia de las autodefensas era muy marcada. […] La Carolina era una finca de un hermano de Álvaro Uribe de nombre Santiago Uribe, posteriormente, en La Carolina siempre permanecía ejército porque era la entrada hacia Ituango y ahí estaba un grupo de autodefensas, y más adelante hacia Medellín, hacia Santa Rosa, estaba otro grupo de autodefensas lideradas por alias el Viejo, todo este grupo de autodefensas estaba en medio de la jurisdicción del batallón”.
Coincidencias de tiempo, modo y lugar. Pero aquí se conecta otro crimen.
La sentencia de segunda instancia del Tribunal Superior de Medellín del 24 de noviembre de 2017 que condena por homicidio agravado y concierto para delinquir agravado a los hermanos Jaime Alberto y Francisco Antonio Angulo Osorio, como coautores del homicidio del abogado Jesús María Valle Jaramillo, dice: “La orden de asesinar a Valle provino de Carlos Castaño y de los Angulo Osorio, la orden fue dada en el sector de Las Cruces, jurisdicción del municipio de San José de la Montaña.
Pues vamos a Las Cruces.
Según alias Cristian Barreto, el asesinato de los abogados Jesús María Valle Jaramillo y Eduardo Umaña Mendoza, denunciantes de las masacres de La Granja y El Aro, en Ituango, se habría planeado en una reunión que se realizó en jurisdicción del municipio de San José de la Montaña, a pocos kilómetros de la hacienda La Carolina.
Frente a esto, la Fiscalía le preguntó en una de sus declaraciones a alias Cristian Barreto si participó en reuniones donde se decidiera asesinar a una o más personas. La respuesta fue estremecedora.
“Había 45 hombres y entre ellos estaban el Mono Mancuso, Alexis, Pelucas y Memín que llegó después de la reunión, y el comandante de la Policía de San José de la Montaña y un sargento del Ejército que no sé el nombre, pero que es un moreno que estaba de comandante de la base de La Carolina, que es la entrada de los Llanos de Cuivá, ahí planearon asesinar y escoger el personal de los que iban a ser los hechos”.
Existe otra declaración que es más explicita.
“[…] ellos estaban demandando a la Cuarta Brigada que los militares hacían incursiones en conjunto con los paramilitares, fundamentalmente la del Aro, la de Segovia y habían (sic) denuncias, también la de Pichilín, Sucre, y muchos homicidios que se daban en Puerto Valdivia y desapariciones. La decisión la tomó Álvaro Uribe Vélez que dijo para mí el voto mío callarlo, también habló el general Manosalva de la Cuarta Brigada, dijo que la decisión la tomaran que el voto de ellos era sí, habló Junior y lo único que dijo fue que ese señor José Ovalle [se refiere a Jesús María Valle Jaramillo] le tenía persecución con lo de Ituango que si era para matarlo estaba dispuesto a lo que fuera. Entonces Castaño y Mancuso dijeron autorizado. Ese día autorizaron escoger al personal para hacer el trabajo, se tomó también la decisión de asesinar a los investigadores del CTI y al periodista Jaime Garzón y a la señora Amparo Ariza”.
Pero no solo lo dijo ahí. El 25 de marzo de 2008, el mismo paramilitar alias Cristian Barreto, de apellido Villalba, respondió a la Fiscalía sobre las motivaciones para dar muerte al defensor de derechos humanos Jesús María Valle Jaramillo: “Porque ellos estaban demandando a la Cuarta Brigada”.
La Fiscalía le preguntó: Señale con precisión, además de los enunciados, ¿qué personas asistieron a la reunión en que se dispuso dar muerte a los defensores de derechos humanos, entre ellos el doctor Jesús María Valle Jaramillo y el doctor Umaña?
Alias Cristian Barreto contestó: “Estuvo Carlos Castaño, Salvatore Mancuso, Junior, Monoleche, mi persona y los militares ya mencionados y los agentes de Policía ya mencionados. Santiago Uribe y Álvaro Uribe, que era el gobernador. Santiago Uribe todavía maneja el frente que manejaba en esa época, queda en Santa Rosa de Osos, ese grupo ha prestado el personal para el sicariato urbano y rural, en esa época tenía 220 hombres entre Santa Rosa de Osos y los Llanos de Cuivá. Actualmente todavía existe ese grupo, pero con más personas y comando por él, le dicen el Pecoso. Hasta donde me han dicho a mí, ese grupo ya creció”.
En otra declaración, alias Cristian Barreto amplió y ratificó su versión: “[en la reunión de] Las Cruces llegando a San José de la Montaña, se reunieron para […] callar a los que estaban investigando la masacre de El Aro, a los del CTI, y ordenaron matar al doctor José [debe entenderse como Jesús] María Valle, al doctor Umaña Mendoza […]. En esas reuniones estuvieron los hermanos Uribe, los militares ya mencionados, Junior, Mancuso, Castaño, Monoleche, que estuvo en la última de Las Cruces, y mi persona que era comandante del grupo”.
El 7 de julio de 2008 agregó otros detalles. “Hasta la finca en que yo estaba llegaron con los señores de la Policía de San José de la Montaña, fueron en un helicóptero azul, eso lo pueden verificar con los pobladores a ver si para esa época bajaron helicópteros a la cancha de fútbol que queda para el lado de Toledo ya al fondo del caserío. No sé de quién eran los helicópteros, Carlos Castaño llegó con Mancuso y el piloto era Angarita, y a él lo mataron aquí en Medellín. Los militares llegaron en el helicóptero con Álvaro Uribe y Santiago y los policías, el mayor Parra Niño llegó vía terrestre”.
Las grabaciones de estas reuniones, según alias Cristian Barreto, las entregó a la Fiscalía pero, oh, coincidencia, se fueron perdiendo: “[…] habían (sic) unos casetes grabados, habían (sic) tres casetes los grabé yo, se los entregué a un señor del CTI y como a los ocho días fue asesinado y le quitaron los casetes y esos casetes fueron a manos de Salvatore Mancuso y Carlos Castaño. Yo entregué esos casetes en febrero del 98. Un año después, a uno de esos señores del CTI lo mataron ahí en Medellín a los ocho días de tener ese casete, y al otro lo mataron en septiembre de 1999”.
Villalba fue asesinado el 23 de abril de 2009 en el municipio de La Estrella, Antioquia, al sur del Valle de Aburrá, mientras se encontraba en detención domiciliaria. Había sido condenado a 37 años de prisión por todos sus salvajes crímenes. Pero seguramente fueron sus palabras y conocimiento, no sus acciones, lo que le dio esa sentencia de muerte.
Las autoridades nada saben de los responsables de este crimen, que dejará inconclusa una parte de la verdadera historia de la masacre de El Aro. La otra parte dicha está.
Afortunadamente para la oscura historia de la relación del Ejército, los paramilitares y la Gobernación de Antioquia, Villalba o alias Cristian Barreto no se llevó a la tumba todos sus secretos sobre el accionar paramilitar en el norte antioqueño. No sabemos si su lápida la adorne una cruz, pero sin duda una cruz marca el lugar: la hacienda La Carolina. Para los Uribe Vélez, las declaraciones del comandante paramilitar son Las Cruces que tienen que cargar. Otras más.