Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, ha invertido su administración en dos cosas: predicar que los metros son malos mientras que los sistemas de buses articulados son buenos y a la tala de sabios y viejos árboles llamándolos plagas, para sustituirlos por la construcción de nuevos parques.
Dediquémonos a lo último ya que del 12 al 16 de junio de 2019 se llevará a cabo el Congreso Internacional de Parques en Bogotá. El evento será financiado por la Empresa de Acueducto de la ciudad y la Empresa de Energía de Bogotá. Es organizado por la Alcaldía y promovido por World Urban Parks.
Consultando la página de World Urban Parks encontramos que su director es el señor Gil Peñalosa, nada más y nada menos que el hermano del alcalde Enrique Peñalosa. (Ver Director and Chair).
En la página de World Urban Parks el señor Gil se autodenomina como un “apasionado” por desarrollar urbes para todos y dice que ha ayudado a la gestión de más de 350 ciudades en el uso de parques y el uso de bicicletas. Suena familiar.
En su perfil también se destaca que tiene una importante experiencia en Canadá en donde fundó una organización para esta labor. Interesante, ya que el señor Gil Peñalosa se cambió su nombre. Antes era Guillermo Peñalosa, una persona de encontrones con la justicia.
Resulta que en julio de 2001 se conoció que la Unidad de Delitos contra la Administración Pública de la Fiscalía dictó orden de captura contra Guillermo Peñalosa Londoño, en ese entonces director de Proexport en Canadá. Seguramente de ahí sacó toda su experiencia en ese país.
La Fiscalía citó en varias oportunidades al hermano del hoy alcalde de Bogotá por el proceso que se le adelantaba para determinar su responsabilidad penal con ocasión de una actuación durante su gestión como director del Instituto Distrital para la Recreación y el Deporte (IDRD).
Como Guillermo, o Gil, Peñalosa nunca compareció ante la Fiscalía, esta le dictó orden de captura y lo declaró persona ausente. (Ver Orden de captura).
Pero vamos más para atrás.
El señor Gil Peñalosa fue director del IDRD desde el 27 de enero de 1995 hasta el 20 de mayo de 1997, cuando Paul Bromberg era alcalde de la ciudad. Gil renunció al cargo cuando su hermano Enrique se lanzó a buscar la Alcaldía para el periodo siguiente.
Ahora bien, seis meses antes de llegar a ese cargo, el 22 de junio de 1994, se suscribió el contrato de arrendamiento 136 de 1994 entre el Instituto Distrital para la Recreación y Deporte y la sociedad Reforestaciones y Parques S. A., mediante el cual se entregaron los juegos, atracciones, parqueaderos y demás instalaciones ubicadas en el parque El Salitre para que fueran explotadas por esta sociedad.
Para la fecha de la firma del contrato la junta directiva de la sociedad Reforestación y Parques estaba conformada, entre otros, por los señores Enrique Peñalosa Camargo, padre del hoy alcalde, y su hijo Guillermo, Gil, Peñalosa Londoño. (Ver Cámara de Comercio).
Las renuncias de los Peñalosa a la junta directiva de esta compañía se dieron el 3 de agosto de 1994, es decir, a los 43 días de haber firmado el contrato con el IDRD.
Un informe de la Contraloría de Bogotá demostró que en la evaluación del contrato en mención se omitió el proceso licitatorio, celebrando directamente con una empresa que carecía de la experiencia, idoneidad administrativa y técnica para prestar un servicio público de recreación y cultura, toda vez que la sociedad se había creado solo 12 diitas antes de la suscripción del contrato. (Ver Control de Advertencia).
El 10 de junio de 1994 la empresa Inversiones Lindaraja se asoció con otras tres firmas y cinco particulares para formar la sociedad Reforestación y Parques S. A. Enrique Peñalosa Londoño fue socio y gerente de Inversiones Lindaraja y después sus hermanos Guillermo y Camilo fueron los socios con Julián como gerente. El 22 de ese mismo mes se firmó el contrato de arrendamiento de El Salitre por 15 años. (Ver Asamblea ordinaria de socios).
No es la única pirueta que se ha hecho con ese parque.
Como informó la revista Alternativa, el arrendamiento sería del 4% del valor de los ingresos de los dos primeros años e iría ascendiendo un punto los años siguientes hasta llegar, en el octavo año, al 10%. Cifra que se mantendría durante el tiempo restante. (Ver Edición No. 23 de agosto-septiembre de 1999).
El 25 de agosto de 1998 se prorrogó el arriendo en siete años y seis meses hasta finales del 2016, y se modificó el valor del arrendamiento pasando del 10% anual de los ingresos a partir del octavo año al 4% a partir del séptimo año. Los ingresos eran de $8.568 millones. Nada mal.
Lo que es cierto es que cuando el IDRD firmó el contrato de arrendamiento con Reforestación y Parques S. A. no contó con la aprobación previa de Planeación Distrital y el 5 de diciembre de 1994 la Personería de Bogotá sancionó al director del Instituto, Hernán Cortés Parada, con destitución de su cargo y prohibición para ser empleado oficial durante dos años.
Al quedar vacía la dirección del IDRD el alcalde de aquella época, Antanas Mockus, nombró para este cargo a Guillermo Peñalosa Londoño, quien, como se dijo antes, se retiró el 17 de enero de 1995 de Reforestación y Parques S. A. y nueve días después asumió el reto con el distrito en la oficina con la que antes estaba negociando.
De contratado a contratador.
En ese contrato se estableció que los ingresos obtenidos por la explotación del parque El Salitre se invertirían en la recuperación y mantenimiento del parque conmemorativo Simón Bolívar a través de la Fundación Ecoparque Simón Bolívar, mediante el convenio de administración No. 137 del 10 de agosto de 1994.
El representante legal de dicha fundación era el señor Guillermo Rodolfo Prieto Díaz, quien para ese momento era a su vez gerente y representante legal de la famosa sociedad Reforestación y Parques S. A., situación esta que, si bien no se erige en una inhabilidad e incompatibilidad de acuerdo con el ordenamiento jurídico, sí constituye un indicio para corroborar que la selección del contratista no fue objetiva, sino que atendió a factores meramente subjetivos. Este convenio de administración fue liquidado el 18 de agosto de 1995. (Ver Informe Contraloría de Bogotá).
Finalmente, en la alcaldía de Peñalosa la sociedad Reforestación y Parques S. A. le vendió la mayoría de sus acciones al grupo Mágico de México y el contrato se modificó de nuevo. Se estableció un arrendamiento del 4% mensual sobre las utilidades brutas, con una base mínima de $800 millones. El monto de la inversión subió a $42.000 millones. Muy particular el momento de vender.
Lo que quedó claro con eso es que en ese contrato pasado, como en la actualidad, los gobiernos de Enrique Peñalosa siempre han favorecido los negocios de los parques de su hermano Gil. Pero es que es mejor cuando todo queda en familia y por eso ahora es importante que atendamos el Congreso Internacional de Parques de Bogotá.
