En mi condición de aprendiz de “pajarazzi”, o pajarera, he descubierto un universo que alegra y duele. Sobra decir que el contacto con la naturaleza carga de energía, renueva el espíritu y ayuda a calmar los ánimos, siempre calientes cuando se trabaja con noticias. Observar pájaros es un ejercicio de meditación porque requiere atención plena, nos obliga a mirar el detalle y a entender sus rutinas, sus cantos y malabares. Ellos mandan y si queremos captar sus vidas hay que moverse a su ritmo. Sin embargo, duele descubrir que muchos de esos pájaros están en riesgo por la contaminación, la deforestación, los venenos. Algunos han cambiado de hábitat por la crisis climática. Como ellos, todos estamos en peligro. Me detengo hoy en lo que pasa con la contaminación del suelo.
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En mi condición de aprendiz de “pajarazzi”, o pajarera, he descubierto un universo que alegra y duele. Sobra decir que el contacto con la naturaleza carga de energía, renueva el espíritu y ayuda a calmar los ánimos, siempre calientes cuando se trabaja con noticias. Observar pájaros es un ejercicio de meditación porque requiere atención plena, nos obliga a mirar el detalle y a entender sus rutinas, sus cantos y malabares. Ellos mandan y si queremos captar sus vidas hay que moverse a su ritmo. Sin embargo, duele descubrir que muchos de esos pájaros están en riesgo por la contaminación, la deforestación, los venenos. Algunos han cambiado de hábitat por la crisis climática. Como ellos, todos estamos en peligro. Me detengo hoy en lo que pasa con la contaminación del suelo.
Caminando por el campo para seguir a los pájaros me he tropezado con todo tipo de desechos: restos de contenedores plásticos de diferentes formas y tamaños, en especial de aquellos que se usan para vender abonos y pesticidas. También he encontrado zapatos, ropa, costales sintéticos, chatarra, latas, trozos de mangueras, alambres oxidados. Conversando con campesinos sobre el manejo de basuras y desechos, la realidad es aplastante: en la mayoría de veredas no hay ningún proceso de gestión de residuos. Esa es la razón por la cual las basuras terminan en las quebradas, enterradas o quemadas. Tres costumbres que son igualmente peligrosas para el medio ambiente. Si en las ciudades es un reto el manejo de basuras y los pocos rellenos sanitarios no dan abasto para las toneladas de desechos que producimos, en el campo estamos casi en cero.
Las basuras pueden matar terrenos, hacerlos perder su vitalidad para los cultivos. En un documento de la FAO de 2018 se reporta que esa contaminación del suelo es invisible pero muy real, porque hoy en día un tercio de los suelos del planeta presentan degradación moderada o alta por distintas razones. Si el suelo se contamina no habrá posibilidades de producir buena comida. La sentencia es clara: “La tasa actual de degradación del suelo amenaza la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus necesidades más básicas”.
Hemos logrado poner en el primer nivel de la agenda pública el debate de la contaminación del agua y del aire, y por eso ya discutimos sobre energías renovables y la necesidad de bajar las emisiones contaminantes. Aún no se toman las decisiones de fondo, pero ya por lo menos están claros los retos. No obstante, la contaminación del suelo en el campo no es todavía una preocupación masiva a pesar de ser tan grave. De nuevo aparece en Colombia la brecha existente entre las realidades urbana y rural. Mientras somos conscientes de que el manejo de basuras debe ser una prioridad y requiere atención en las grandes ciudades, no vemos la emergencia que hay en los campos colombianos. Y es que literalmente no la vemos porque la basura se entierra y tal vez allí está la raíz del problema: es invisible. Tristemente, no verla no significa que no exista. Urge comenzar a pensar en alternativas de manejo de residuos en zonas rurales. Los desechos orgánicos se suelen aprovechar como abonos, pero lo demás es contaminación y se debería proveer a los campesinos de planes de manejo adecuados.
Observar pájaros me ha enseñado que la felicidad puede ser tan sencilla como poder captar en una imagen a un colibrí que revolotea alrededor de una flor. Esta afición también me ha confirmado que, si no hay reacciones ante los múltiples desastres que hemos creado por el exceso de consumo, no habrá futuro para ellos y no habrá futuro para nadie. Frenar la llegada de basuras a la tierra, generar alternativas para cambiar hábitos y manejar adecuadamente los desechos son tareas urgentes. Como en la fotografía de pájaros, si perdemos el momento preciso para actuar, de pronto no habrá segunda oportunidad.