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Hablemos de envejecer

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Yolanda Ruiz
04 de septiembre de 2025 - 05:05 a. m.
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Salvo que la muerte sorprenda de manera temprana, envejecer es el destino de las personas y eso que vemos como algo distante cuando tenemos veinte o treinta años, se vuelve real y tangible muy rápido. Colombia vive una etapa de transformación demográfica que marca un proceso acelerado de envejecimiento. Una sociedad que envejece tiene que tomar decisiones de mediano y largo plazo, tiene que transformase desde distintos escenarios, algo que parece imposible en los tiempos de populismos legales y debates virales que mueren en pocas horas.

No estamos por fuera de una tendencia global de acelerado envejecimiento de la población. El número de hijos se reduce y la expectativa de vida aumenta; una ecuación que enciende alertas. Sin embargo, en la mayoría de los debates para atender esta nueva situación se ve a los viejos como un “problema social” para atender, una población que debe ser objeto de políticas públicas (se requieren muchas, por supuesto), pero no nos ven como sujetos de derechos plenos que podemos aportar a la sociedad desde la mayor experiencia y conocimiento y desde múltiples capacidades.

Los viejos no somos una masa homogénea a la que se debe ver como “abuelitos” para consentir. Muchos lo son y disfrutan de la relación con sus nietos; otros no lo somos, y la mayoría prefieren ser interpelados con respeto y con palabras ajustadas a una realidad diversa. En la búsqueda de soluciones y alternativas para enfrentar el envejecimiento de la sociedad poco se habla con los viejos y poco se intenta entender las necesidades y realidades particulares de las personas. No es lo mismo envejecer con una pensión que no tenerla, como pasa con la mayoría. No es lo mismo tener una familia que no tenerla, tener vivienda que no tenerla. No se envejece igual en el campo que en la ciudad.

La diversidad de situaciones y de aspiraciones de vida se debe entender en su complejidad para que la sociedad pueda no solamente atender a sus viejos en sus necesidades básicas, sino en las posibilidades de vida plena. Algunas personas prefieren ser productivas hasta bien entrada la vejez. Otras quieren disfrutar de una jubilación y cambiar de actividad. Otras no pueden escoger porque no tienen con qué comer; la vejez no es una sola. Es inevitable, pero no es tragedia en sí misma.

Salir del estereotipo que infantiliza y minimiza a los viejos significa entender que la vida real, con todas sus posibilidades, se extiende más allá de los límites que hemos puesto a lo que se considera como edad productiva y que cada uno debería poder vivir la vida que desee. La discriminación por edad aparece desde muy temprano y lo saben quienes hoy buscan un empleo a sus 45 o 50 años. Ni qué decir de quienes quieren o necesitan seguir trabajando a los 60 porque la sociedad considera que a esa edad el único destino posible es esperar la muerte. Las mujeres mayores somos doblemente discriminadas y podemos presentar en muchos casos un impacto mayor de ese desprecio social a la vejez, en especial aquellas que han enfrentado la doble jornada por el trabajo del cuidado. Es más difícil para una mujer acceder a una pensión. Es más difícil ser cuidada cuando se requiere. Es más difícil ser respetada.

Es urgente el diseño de políticas públicas que garanticen inclusión, salud, cuidado y alternativas de ingreso pensional. Todo eso es imprescindible y es lo que aparece cuando se habla de vejez. No obstante, además de ver cómo se cuida a los viejos y cómo se garantizan los derechos mínimos, el Estado, los sectores privados, la sociedad en su conjunto, deben empezar a ver la vejez de otra manera. Cada viejo representa un gran conocimiento acumulado y, por regla general, la sociedad se da el lujo de despreciarlo cuando discrimina por edad. La juventud no es una virtud y la vejez no es un defecto. Son etapas distintas de la vida con retos y posibilidades. El cambio cultural frente al envejecimiento es tan importante como el acceso a una pensión.

Conoce más

 

Oscar Chiquillo Pineda(23792)06 de septiembre de 2025 - 10:48 p. m.
la temporalidad no envejece, envejece nuestro cuerpo y transito existenciario...
Marco Antonio García Quiñones(88477)05 de septiembre de 2025 - 05:25 a. m.
Dos noticias buenas y una mala sobre la vejez: la primera buena es que la vejez no le da a todo el mundo, la segunda buena es que la vejez da solo una vez en la vida; la mala noticia es que la vejez no tiene cura, por tanto una vez contraída, lo recomendado es tratar de pasarla lo mejor posible.
Berta Lucía Estrada(2263)05 de septiembre de 2025 - 04:32 a. m.
Tengo 69 años y rechazo contundentemente ese término infantilista de "abuelitos"; no soy abuela y muy posiblemente jamás lo sea; y si lo fuera, antes soy un ser humano pensante y además desarrollo una actividad intelectual continua; así a muchas personas pueda no interesarle.
  • gildardo rendon(46092)06 de septiembre de 2025 - 12:01 p. m.
    love love love claro que nos interesa, somos seres intelectuales, y productivos.
  • Dorita Bilbao(37038)05 de septiembre de 2025 - 07:02 p. m.
    ❤️
Mario Giraldo(196)04 de septiembre de 2025 - 09:16 p. m.
El presidente propuso una reforma que le garantiza pension al 95% de los trabajadores, el congreso la aprobó, pero lleva meses en el escritorio de la corte. Da lastima ver como se identifican con las propuestas de Petro, pero hacen nada por apoyarlas
Picuto(71356)04 de septiembre de 2025 - 08:59 p. m.
"No es lo mismo envejecer con una pensión, que no tenerla". Ahora se puede agregar a esta verdad, el hecho de tener una pensión que tenerla bajo la modalidad de los fondos privados (AFP). La Ley los obliga a generar una rentabilidad acorde al IPC anual para asegurar la mesada futura de sus afiliados, pero esa falacia, se convirtió en la gran mentira del siglo XX, pues en el XXI, "pásela por inocentes"; porque esa exigencia de la Ley 100, se la llevaron a cuesta de las "sin-medidas" anteriores
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