El problema de hacerle “jugaditas” a la democracia, a las normas nacionales e internacionales desde las altas esferas, es que de ahí para abajo no hay cómo garantizar el control y se desata una bola de nieve. El episodio del suspendido alcalde de Medellín Daniel Quintero permite analizar bien esa cadena de problemas que se genera cuando cada quien hace su “jugadita” y la justifica mientras critica la de los otros. Entre todos ponen en jaque la gobernabilidad y pierden la democracia y los ciudadanos.
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El problema de hacerle “jugaditas” a la democracia, a las normas nacionales e internacionales desde las altas esferas, es que de ahí para abajo no hay cómo garantizar el control y se desata una bola de nieve. El episodio del suspendido alcalde de Medellín Daniel Quintero permite analizar bien esa cadena de problemas que se genera cuando cada quien hace su “jugadita” y la justifica mientras critica la de los otros. Entre todos ponen en jaque la gobernabilidad y pierden la democracia y los ciudadanos.
Vale destacar que en todas las campañas hay funcionarios que hacen política burlando la ley que les prohíbe hacerlo. Sin embargo, en esta ocasión, “la jugadita” de pasarse por la faja las normas pasó a mayores porque han hecho política desde el presidente Iván Duque y el comandante del Ejército, general Eduardo Enrique Zapateiro, hasta varios funcionarios altos, medios y bajos. En ese escenario, el alcalde Quintero también lo hizo al mostrar su sesgo evidente y el de su administración en favor de Gustavo Petro. Hasta participó en la campaña que se movió en redes con el tag #elcambioenprimera. Y lo hizo, como el presidente, sin mencionar al candidato, tratando de hacer parecer que no era lo que sí fue. Eso suele pasar en este reino de la apariencia en el que discurre buena parte del discurso público. Hizo política también, en favor de Federico Gutiérrez, el suspendido alcalde de Ibagué, Andrés Fabián Hurtado.
La Procuraduría intervino y decidió suspender a los dos alcaldes, con lo cual le hace “jugadita” a un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el cual se establece que una autoridad administrativa no puede destituir ni inhabilitar a funcionarios elegidos popularmente. Si bien no se trata de una destitución sino de una suspensión, la interpretación jurídica de muchos expertos es que se viola el espíritu del fallo. La procuradora Margarita Cabello basa su decisión en una reforma que se hizo a las competencias de su despacho y también para muchos expertos en derecho internacional eso es una manera de burlar el fallo en vez de acogerlo y respetarlo. “Jugadita” a la Corte y a la Convención Interamericana de Derechos Humanos.
Ante la suspensión del alcalde de Medellín, el presidente Iván Duque nombró como encargado a Juan Camilo Restrepo, quien nada tiene que ver con el partido que eligió a Quintero. Como era de esperarse el corto circuito con el equipo de Quintero fue inmediato. Hay una rebelión que también camina en el borde de “las jugaditas” porque el gabinete reconoce como su jefe al alcalde suspendido y no al que está en ejercicio. Mientras tanto, la ciudad queda en medio de una grave crisis. Al escribir esta columna estamos a la espera de saber lo que pasará con la terna designada por el Movimiento Independientes, grupo político del alcalde Quintero, para que el presidente escoja a la alcaldesa encargada mientras se surte el proceso. Tres mujeres en la lista. Lo lógico sería que el presidente procediera con rapidez dentro del marco de la ley. Sin embargo, cabe la pregunta: ¿vendrán más jugaditas?
Mientras esto pasa muchos se preguntan por qué no hay rapidez para investigar a los demás funcionarios que han hecho “jugaditas”. ¿No van a sancionar las instancias competentes al presidente o al general Zapateiro? Las leyes, por polémicas que sean, se deben acatar y mucho más si son altos funcionarios del Estado. Pasada la campaña, cuando las aguas se calmen (ojalá se calmen), es necesario un debate serio sobre esa norma que prohíbe a los funcionarios participar en política. Lo de las Fuerzas Militares es debate aparte, pero en el caso de los cargos de elección popular que son esencialmente políticos cabe la discusión. Tal vez sería mejor establecer unas reglas de juego claras… aunque siempre habrá quienes hagan “jugaditas” a esas reglas.