Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Es una apuesta arriesgada la que hace el candidato Sergio Fajardo cuando decide irse directo a primera vuelta en solitario sin someter su nombre a ninguna consulta en marzo. Se entiende que no se sume a la coalición de la derecha que buscaba —según palabras de Álvaro Uribe Vélez— sumar desde Fajardo hasta Abelardo. Es una buena decisión tomar distancia de esa alianza porque al unirse a la extrema derecha podría perder buena parte de sus votantes de “centro extremo”. Lo que sorprende es no ir a una consulta con otros candidatos de centro para formar una alianza moderada alejada de la extrema derecha. Tal parece que Fajardo quiere más adhesiones que alianzas. ¿Llegarán?
Contrario a lo que puede parecer, el ambiente de polarización en el que se mueve la campaña puede ser propicio para una candidatura que no mueva odios sino tolerancia y propuestas sin fundamentalismos. Hay muchos ciudadanos agotados de la violencia política que quieren apostar por algo mesurado, aunque sean miles los seducidos por propuestas extremas. Fajardo tiene una opción que es frágil, pero existe. Puede sucumbir si a la primera vuelta llegan varios candidatos de centro porque los votos se van a dividir y algunos terminarán en los extremos políticos. La encuesta Invamer mostró que en segunda vuelta Fajardo puede ganarle a Abelardo de la Espriella y le daría batalla a Iván Cepeda. Sin embargo, antes de disputar ese escenario hay que llegar a esa segunda vuelta. Es ahí cuando aparece el riesgo. Todo depende de cómo se decanten las aguas.
Las consultas pueden ser un trampolín importante por el impulso que reciben los candidatos triunfadores que salen investidos de un aura de ganadores para encarar las semanas finales de campaña antes de medirse en la elección presidencial de mayo. Algunas han servido a sus partidos y sectores, otras han resultado un fracaso y ahí pesa mucho el recuerdo de la coalición Centro Esperanza que no logró llevar a Fajardo a la segunda vuelta. Son 34 partidos o movimientos de ciudadanos los que se presentarán a consultas. Veremos si el exceso sirve o genera mucho ruido.
Nada está escrito en política y hoy es imposible saber quién estará en la casa de Nariño a partir del 7 de agosto. Es claro que el voto sigue muy disperso a pesar de esa fotografía de segunda vuelta que mostró la última encuesta. Esa dispersión puede jugar en favor de quienes tengan mayores posibilidades de llegar, no solamente a la segunda vuelta, sino al triunfo final. Ya sabemos que a los electores les gustan los ganadores.
También Abelardo de la Espriella declinó la consulta porque se siente ganador, aunque vive la paradoja de ser el preferido de la derecha y también el más rechazado para disputar la segunda vuelta con pocas opciones de triunfo final; los electores pueden decantarse por el voto útil y esa candidatura podría desinflarse. Mientras de la Espriella y Fajardo se van de las consultas, Cepeda sigue con intención de medirse en una del Frente Amplio que, por muy desdibujada que esté, puede darle un impulso a su candidatura.
Fajardo hizo una jugada arriesgada y ya sabemos que así se gana todo o se pierde todo. Es lamentable que los líderes del centro, una vez más, no parecen dispuestos a deponer egos para encontrar alianzas que muchos votantes esperan. No es necesario aliarse con la extrema derecha, porque no basta con el antipetrismo como bandera. Es cuestión de definir por fin lo que significa ser de centro, un espacio donde no caben las propuestas por fuera de los cauces institucionales, y donde se busca construir entre lo público y lo privado para proponer un plan de país que convoque a muchos. Ante los extremos, el centro tendría que ser por definición plural, diverso y colectivo. Eso es lo contrario del caudillismo y el personalismo. Veremos cómo sale la dura apuesta de Fajardo y qué hacen los demás candidatos. Falta mucho camino.
