Las palabras tienen poder y, cuando se trata de narrar las guerras, pueden ayudar a incendiar o a calmar los ánimos. El debate que ha surgido en torno a una política editorial de la BBC, que no es de ahora sino de vieja data, da cuenta de lo que representa ese poder. Este medio de comunicación plantea evitar el uso de la palabra “terrorista” salvo en los casos en que sea atribuida a una fuente porque considera que “en sí misma puede ser un obstáculo, más que una ayuda para entender las cosas”. En medio del cubrimiento de los ataques de Hamás a Israel, se ha desatado una tormenta a pesar del buen trabajo que ha hecho la cadena en...
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