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El regreso del exembajador Roy Barreras mueve la política porque, sin lanzarse formalmente como candidato, llegó hablando como tal y respaldando la propuesta de un frente amplio desde el centro hasta la izquierda para el 2026; una idea que le funcionó al presidente Gustavo Petro para llegar al poder y que hoy suena muy difícil porque el propio mandatario ha venido quemando los puentes con el centro y muchos de los líderes de este sector han pasado a la oposición abierta. Sin embargo, no hay que olvidar que en política no hay nada escrito y los enemigos de hoy son los grandes amigos de mañana. En cualquier caso, no está fácil tomar decisiones en el variopinto y diverso centro político.
Ser de centro en tiempos de polarización es como estar en el lugar equivocado, ¿o no? La pregunta es si queda algún espacio para el centro en un momento en el que el Gobierno ha avivado la controversia entre los extremos: izquierda y derecha, ricos y pobres, patrones y trabajadores. El mundo real tiene matices y el centro está llamado a entenderlos y a sumar entre distintas tendencias, pero estos tres años de gobierno han encendido aún más pasiones extremas que ya venían muy calientes. Los odios sirven a los extremos, por eso los “enemigos” se alimentan entre ellos, sin importar lo que se lleven por delante.
En ese ambiente de crispación, los líderes de centro lucen perdidos y con pocas propuestas en momentos de debates de fondo, aunque algunos marquen bien en las primeras encuestas que reflejan un país partido en tres pedazos políticos. Es posible que, precisamente por el nivel de crispación y odio que se respira, sea un momento favorable para un liderazgo que no genere resistencias y que pueda hablar con todos. ¿Tiene el centro algún candidato que pueda sumar votos de sectores de izquierda y derecha?
En el centro sobran egos y ese puede ser un factor decisivo para que se pierda el momento. También puede pasar que, en medio de extremismo y fundamentalismo, los electores consideren que van a lo seguro en su orilla favorita. Al final de cuentas, los del “otro lado” se ven como enemigos y no son tiempos de medias tintas. Ya está claro que los miedos mueven votos y hasta el momento ningún candidato ha logrado ofrecer esperanza ni proyecto colectivo de país. Se vende odio al por mayor.
¿Se abrirá camino el Frente amplio del que han hablado Roy Barreras y también Gustavo Bolívar? ¿Será el exembajador el “gallo de Petro”, como tituló la revista Cambio? Ya sabemos que el presidente desde hace tiempo está jugado al pragmatismo político y sabe que un Roy se mueve sin asco en las aguas turbias de la política. No hay duda de que se sabe acomodar. Pasar del uribismo al petrismo con escala en el santismo no es poco. Se ha sacudido las etiquetas. ¿Podrá quitarse la de petrista? ¿Y la izquierda pura sangre aceptará que sea su candidato? Ya comenzaron algunos a decir que no.
También se lanzó al ruedo Luis Gilberto Murillo, quien, tras ser fórmula de Sergio Fajardo, decidió apoyar a Gustavo Petro y ahora busca de nuevo el centro para su campaña. En el centro están también Claudia López, Sergio Fajardo y una lista larga de precandidatos. Unos más cercanos a la derecha, otros a la izquierda, pero ninguno con ganas de tener el título de ser “el candidato de Petro”. ¿La alternativa es moverse en el antipetrismo? Esa bandera la tienen muy ganada los candidatos de la derecha que han hecho oposición desde el primer día. ¿Inclinarse a la derecha, inclinarse a la izquierda? Tal vez el camino es quedarse con un candidato propio y tratar de armar una tercería en medio de los bandos polarizados. Estamos a un año de elecciones y todo puede pasar, pero los funcionarios que debían renunciar para no inhabilitarse se lanzan y agitan las aguas. Se decantarán y veremos. Muchos patos, mucho pataleo, poco fondo.
