Vivimos un momento de estupor y desconcierto. Es la crisis de la democracia, un sistema que se ha considerado durante mucho tiempo como el menos malo de los que se ha inventado la humanidad. Es un movimiento telúrico constante que sacude los cimientos mismos de las formas acordadas para vivir. De Gaza a Ucrania, de Estados Unidos a Nepal, de Sudán a Colombia, proliferan los hechos que mueven aquello que dábamos por sentado. Por un lado, miles de ciudadanos reclaman su lugar desde la democracia directa que se toma redes y calles; otros, mientras tanto, aplican la ley del más fuerte que parece funcionar más que leyes y tratados. El...
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