Cómo no se nos ocurrió antes

Isabel Segovia
16 de mayo de 2018 - 03:30 a. m.

Si Duque gana, tendremos en los colegios “nuevamente” clases de Cívica y Urbanidad, que según él se perdieron, y así acabará “con el folclor del avispado y el avión en Colombia”. Si los problemas de ética, corrupción, falta de civismo, intolerancia e irrespeto por los demás se resuelven con una clase, los profesionales de la educación no hemos entendido nada y deberían vetarnos por no haber resuelto esto antes. Simplificar los problemas de nuestra sociedad y vender soluciones tan sumamente básicas es un insulto a los electores.

Desde la Constitución del 91, y particularmente con la Ley de General de Educación de 1994, el currículo dejó de ser nacional, pero las instituciones educativas deben mantener en su pénsum las áreas obligatorias de Lenguaje, Matemáticas, Ciencias Sociales y Naturales, Educación Física y Artística, y Educación Ciudadana y para el Desarrollo Ético, Moral y Espiritual. Así, las temáticas de cívica y urbanidad se recogen de manera más comprensiva en la aplicación de las áreas mencionadas y particularmente en las Ciencias Sociales y en la Educación Ciudadana. Adicionalmente, estas áreas se deben complementar con formación en comprensión de la Constitución e instrucción cívica, aprovechamiento del tiempo libre, educación sexual (que, vale la pena aclarar, no dependen una de la otra), protección del ambiente, y educación para la justicia, la paz, la democracia, la solidaridad y los derechos humanos.

Entonces, ¿qué habrá de novedoso en la propuesta de Duque y por qué será que contar todos estos años en los colegios con clases y programas más completos que las antiguas Cívica y Urbanidad no ha resuelto el problema de descomposición social del país?

Varios congresistas y políticos colombianos, durante años, evidenciando un profundo desconocimiento de cómo funciona un sistema educativo y creyendo que el proceso educativo de las sociedades solo se produce dentro de la escuela, vienen proponiendo cátedras de lo divino y lo humano: ajedrez, salsa, interculturalidad, acción comunal, razas bovinas criollas y nacionales puras, cooperativismo, motociclismo y obesidad, entre otras, obligando a las instituciones educativas a reducir tiempo de formación en temas fundamentales, para acomodar cada temática que le parece importante al personaje de turno.

Y a pesar de contar con todo tipo de cátedras y programas especializados, los niños siguen siendo matoneados por sus compañeros y expuestos a robos, abusos y extrema violencia al salir de su escuela. Además, los padres, sin la capacidad de protegerlos, culpan a los docentes si los resultados de sus hijos no les parecen apropiados, y éstos cuentan con pocas herramientas para evitar estas situaciones que se dan dentro y fuera del colegio. Mientras tanto, los políticos, a la vez que desprecian a los docentes, se ingenian maravillosas cátedras mientras mienten sobre sus títulos, plagian publicidad o, en el peor de los casos, roban, se alían con otros corruptos, o reciben avales de reconocidos paramilitares.

Queridos candidatos: no hay clase de cívica ni de urbanidad que logre contrarrestar el daño que hace un dirigente cuando se hace elegir y gobierna con la filosofía del todo vale. Por si les queda alguna duda, en ningún caso el mal ejemplo de familiares, colegas y, sobre todo, de los líderes de un país, se podrá neutralizar con una clase, no importa el tema, en una institución educativa.

 

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