La ligereza de América Latina residió en que trató de construir una política macroeconómica con bajo ahorro y cuantioso déficit en cuenta corriente. El deterioro del ahorro provoca una reducción del salario que torna la política macroeconómica inefectiva. La ampliación del déficit fiscal aumenta el déficit en cuenta corriente y aumenta el desempleo.
En las concepciones neoliberales que desconocen el vínculo entre el crecimiento y la equidad, el mercado y los planificadores buscan la solución con una reducción del salario que agrava la distribución del ingreso. Se consolida el modelo de crecimiento con inequidad. En las circunstancias actuales del país, de elevada pobreza, alto coeficiente de Gini y caída de la participación del trabajo en el producto nacional, agravados por el coronavirus, su aplicación provocaría un descontento social que la haría insostenible.
La economía está montada en una teoría equivocada que lleva a un serio conflicto entre el crecimiento y la equidad. La mejoría en la distribución se logra a cambio de la caída del crecimiento, y el crecimiento solo se consigue a cambio del deterioro de la distribución del ingreso. La solución, o si se quiere la conciliación de los dos propósitos centrales de la economía, se puede realizar con un cambio de la estructura del comercio internacional que reduzca el déficit en cuenta corriente y aumente el ahorro. En la práctica adquiriría la forma de políticas comerciales, sectoriales e industriales orientadas a incrementar la complejidad tecnológica de las empresas, elevar la productividad del trabajo y reducir la brecha de ingresos con los países desarrollados.
Ciertamente, la reducción del salario mínimo provoca una reducción de la demanda que contrae la producción y el empleo. Sin embargo, en las condiciones estructurales que vienen de atrás el alza provocaría un deterioro de la balanza de pagos que acentuaría el desbalance externo. De todas formas, se requiere un cambio en la estructura de comercio internacional que reduzca el déficit en cuenta corriente y aumente la productividad del trabajo. Por eso, la concertación entre trabajadores, empresarios y Gobierno debe enmarcarse dentro de una estrategia y un plazo prudencial que permitan sustituir el modelo de crecimiento inequitativo por el modelo de crecimiento equitativo con elevación del salario y mejoría de la distribución del ingreso.