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Contestan Tola y Maruja

Tola y Maruja
23 de agosto de 2015 - 04:44 a. m.

Añoradas paisanas, soy una antioqueña que cuando oigo decir que Cali es la sucursal del cielo brinco y digo: ¡Un momentico, Medellín no tiene sucursales!

 
Y estoy muy aburrida porque una empresa de turismo anda ofreciendo el Tour de Pablo Escobar, estigmatizando a nuestra Bella villa. ¿Qué opinan ustedes? ¿No sería preferible un tour propositivo sobre el doctor Uribe o la Madre Laura?

Atentamente,

Paisa indignada.

* * * 

Querida antioqueñita,

Por su letra vemos que estaba pilando el maíz pa la mazamorra. A propósito de mazamorra, a Tola y yo nos pasó cacho cuando llegamos a Bogotá: resulta que en un restaurante pedimos mazamorra y la mesera nos preguntó que si chiquita.

Nosotras creímos que nos ofrecía media ración y dijimos que sí, aunque nos dio rabiecita que nos dijera gordas con disipeto. Y esperando una mazamorra fresca y lechuda, con panela picada o blanquiao o bocadillo, cuando se aparece con una sopa de callos hirviendo.

Una dececión parecida nos llevamos en el tur de Pablo Escobar, que nosotras hicimos coladas porque dijimos que éramos las hermanas menores de Virginia Vallejo.

Desde el principio del paseo el berriondo guía empezó con la cantaleta de que lo mejorcito del recorrido era la “cocina” de Pablo.

Y nosotras ansiosas por conocer la bendita cocina, imaginándonos la poceta en mármol de Carrara y la canilla de oro, la piedra pa machucar ñervos en cristal de Murano, el garabato de la carne en titanio, el pilón en acrílico...

Qué desilusión: eran unos microondas sucios y unas balanzas y unas canecas güeliendo a pintauñas. ¡Valiente cocina!, le dijimos al maldingo guía, ¿a ver la máquina de moler? ¿Dónde está la olla tómica?

El tur comienza en la oficina de Envigado, donde le muestran a uno el escritorio de Pablo, los clís con los que se rascaba el oído, el diploma falso de bachiller, una máquina de escribir con una hoja puesta que dice: Pendientes: Carlos Mauro Hoyos, Galán, Guillermo Cano...

Después salimos pal Diretorio Liberal de Antioquia y la Casa Conservadora, donde Pablo llevaba generosos cheques, y de ahí arrancamos pal comando de la Policía, donde pagaba nómina, y enseguida pa una emisora, donde regalaba grabadoras de periodista.

Hacíamos paradas en los almacenes finos, donde le vendían importados a precios veneno, en restaurantes cachés, donde le reservaban todo el salón, y en las galerías de arte, donde le metían copias de Guayasamín y pesebres precolombinos.

Todo narrado por la belleza de guía, en paisa, inglés y brasileño...Lo mejor fue que aprendimos palabras en brasileño: Capo se dice “capao”, criminal nato se dice “pirobo do nascimento”, a las malas se dice “obrigao”, propina se dice “Petrobras”...

El tur incluye picnic en una glorieta donde Pablo estalló una bomba y siesta en un rancho donde estuvo escondido. También visitamos lugares donde Pablo gastó plata: el Atlético Nacional, la casa de un finado Monseñor, una agencia de modelos, un concesionario de carros...

Y termina en la casa del hermano de Pablo, alias El osito, donde el pobre ciego aclara que el tur no tiene fines lucrativos sino didáticos: mostrar que el crimen no paga, aunque él cobre.

Tus tías que te quieren,

Tola y Maruja

Posdata: El osito no contó el cacharro de la vez que Virginia, toda celosa, mechonió a Tola.

 
 

 

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