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El miedo y el pánico son malos consejeros para la toma de decisiones.
El entorno en el que iniciamos nuestra “nueva normalidad” es confuso e incluso caótico, la pandemia junto con la injusticia social configuran una tenaza que estrecha nuestros caminos.
La pregunta obvia es: ¿Cómo se recorren las rutas angostas que tienen precipicios a lado y lado? La respuesta: Permitiendo que el coraje y el cuidado iluminen el trabajo colaborativo.
Esto se dice más fácil de lo que se hace pues, cuando los individuos y las sociedades transitan por el borde del abismo, las opciones de futuro se oscurecen y las personas buscando la salida sienten una de dos reacciones: serenidad o pánico. Luego, el ejercicio del liderazgo y la participación de la comunidad serán diferentes si es el pánico o la serenidad la emoción prevalente.
Tanto nuestros liderazgos tradicionales como la mayoría de nosotros somos presa fácil para el miedo y el pánico y, como no sabemos transformar las emociones negativas en estados mentales de tranquilidad y serenidad, la claridad mental y la generosidad nos abandonan.
El miedo y el pánico son malos consejeros para la toma de decisiones, producen soluciones que tienen una fórmula invariable: intensificar las dinámicas de poder, y con ello más desconfianza y más rivalidad. En últimas concentrar en los que “mandan” las decisiones que afectan a todos.
Adicionalmente, cuando la crisis es como la actual que no tienen precedentes, la fórmula invariable suprime el trabajo en equipo y el escogido piensa en solitario. Entonces, aun si no quiere termina comportándose como un monarca / tirano.
Tal como la historia lo confirma los derroteros escogidos de esta forma suelen ser más desastrosos que la crisis original, ya que al tomar decisiones sintiendo miedo y en modo “monarca/tirano” se tiene una perspectiva limitada a la propia experiencia, esta siempre será insuficiente de cara a la diversidad de las comunidades.
El miedo abre las puertas de lo que se quería evitar, la serenidad y la valentía siembran el terreno para el nacimiento de posibilidades inimaginadas.
Es un hecho, las culturas y las sociedades que han tenido el coraje y la humildad para reconocer que todos los afectados por una situación deben formar parte de la solución, deben tener voz y, adicionalmente, han asumido con respeto y audacia que reflexionar en equipo es más eficiente que mandar y obedecer, han cosechado el maravilloso fruto de convertirse en sociedades estables, igualitarias y prósperas.
Nuestro camino de salida para esta crisis pasa por dejar de lado las jerarquías que convierten al que manda en un tirano y, entonces, abrazar opciones colaborativas y creativas, para que el coraje y el cuidado creen posibilidades que nunca antes se habían vislumbrado.
