Con el interés de conocer los avances científicos que realiza la República de Cuba con relación al COVID-19, busqué conectarme con el evento “Cuba por la Vida”, donde autoridades de la salud, acompañadas de prestigiosas investigadoras, los socializarían. Grande fue la desilusión cuando la conexión virtual fue claramente boicoteada, negando la posibilidad de conocer los que, por lo que se alcanzaba a escuchar, son medicamentos preventivos y vacunales por ellos producidos, que pueden ayudar a los que menos acceso tenemos a las tecnologías de punta en medicamentos. Y no solo con una de sus cinco vacunas en desarrollo, la Soberana 2 ya a punto de aplicarse a todo el país, sino con vacunas y medicamentos contra el cáncer, la diabetes, los ACV y otras más, que espero podrán conocerse por la vía de las redes sociales.
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Con el interés de conocer los avances científicos que realiza la República de Cuba con relación al COVID-19, busqué conectarme con el evento “Cuba por la Vida”, donde autoridades de la salud, acompañadas de prestigiosas investigadoras, los socializarían. Grande fue la desilusión cuando la conexión virtual fue claramente boicoteada, negando la posibilidad de conocer los que, por lo que se alcanzaba a escuchar, son medicamentos preventivos y vacunales por ellos producidos, que pueden ayudar a los que menos acceso tenemos a las tecnologías de punta en medicamentos. Y no solo con una de sus cinco vacunas en desarrollo, la Soberana 2 ya a punto de aplicarse a todo el país, sino con vacunas y medicamentos contra el cáncer, la diabetes, los ACV y otras más, que espero podrán conocerse por la vía de las redes sociales.
Lo que más impresiona y genera indignación es que la ofensiva anticubana que ha sostenido 60 años de bloqueo criminal contra su pueblo llegara al punto de negar su mayor aporte a las ciencias, que es el presentar sus avances científicos sin el interés de convertirlos en mercancías que se cotizan en las bolsas. Muchas han sido y son las dificultades que afrontará esta resistente revolución para mantener la salud y educación pública de su pueblo, pero sobre todo su acceso a una alimentación sostenible que es su desafío actual.
Ya habíamos asistido a la triste posición del Gobierno colombiano de despreciar sus aportes a los procesos de negociaciones de paz, donde nuevamente Colombia se convierte en el Caín de América Latina, repitiendo la deshonrosa posición de apoyar la invasión inglesa a las islas Malvinas. ¿Cómo se puede explicar un odio tan inhumano a un país que busca apoyar la causa de la paz y el derecho universal a la salud de los pueblos y comunidades más vulnerables? A este interrogante las respuestas tendrán como determinantes dos variables: la de los intereses de poder y control de los poderosos sobre un insubordinado vástago, y los argumentos ideológicos a favor y en contra de su proyecto de buscar superar la sociedad capitalista. La primera nos lleva a escenarios de rebelión de los esclavos frente al amo que les impide sus libertades, y la segunda, cuando está polarizada y no mediada por el diálogo político democrático basado en el respeto mutuo, a nuevas formas de conflictos violentos con argumentos encontrados y pueblos afectados.
Si Cuba fuera una dictadura contra su pueblo, uno no se explica cómo, en medio de tanta agresión, ha logrado sostener su proyecto de transición al socialismo. Tal vez ha sido su capacidad de resiliencia, pero la clave parece estar en su creativa relación liderazgos-pueblo en constante escucha mutua. Hoy sus debates internos alrededor de cómo superar la crisis económica agudizada por el COVID-19 van acompañados de la búsqueda de superación de los restos que persisten del “modelo soviético” de gestión de la economía y de la sociedad, algo que Fidel Castro cuestionó en sus últimos años atacando la burocracia administrativa que minaba la energía de la revolución. Se pone en el orden del día el cómo reconstruir su estatizada economía, sin perder el rumbo estratégico y avanzar en la soñada hegemonía popular.
Nuestra Constitución nos deja claro en su contenido social un fuerte compromiso con la democracia participativa directa que considera al pueblo como el soberano; sin embargo, cuando el pueblo cubano y su gobierno intentan llevarlos a una práctica concreta mediada por la igualdad y adecuada a su realidad —con errores, pero también valiosos aciertos— es que aparecen oscuras cavernas del pensamiento que creen que después de ellos no hay futuro, ya que supuestamente asistimos al “fin de la historia”. Solo mentes muy mezquinas e interesadas pueden pensar así.