Los reclamos que motivan el paro son, en casos como la protesta por los crímenes contra líderes sociales, completamente razonables, siendo falso imputarlos, como principio, al gobierno o las instituciones, mientras todos sabemos que se relacionan con la actividad criminal del narcotráfico. Otras demandas, en salarios y pensiones, pueden ser importantes para abrir una indispensable discusión, buscando mayor información y nuevos consensos, pero no podemos propiciar que el paro se utilice para fomentar violencia y polarización.
Las reuniones del presidente, con sindicatos y gremios, para anticipar efectos indeseables de las promocionadas movilizaciones del 21, tendrían mejor pronóstico si hubiese convocado y comprometido a todos los partidos y sectores políticos y de opinión. Un enemigo, no tan oculto, es la resurrección de la polarización, fundamentada ahora en multiplicidad de noticias falsas que circulan en redes. Las maneras con que, desde algunos sectores, se han convocado, y también desestimado, las marchas, se parecen más a un desafío que a una demostración de insatisfacción ciudadana en ejercicio del legítimo derecho a la protesta.
Duque ganó las presidenciales pero el Centro Democrático no logró mayorías en el congreso. Tampoco el presidente se ocupó de conformarlas asumiendo las consecuencias. La ausencia de sincronismo entre gobierno y congreso que cualquier democracia necesita, ha afectado su desempeño. Lo ocurrido con la reforma tributaria y la renuncia del ministro Botero puede observarse desde esa óptica .Al presidente la oposición le ejerce ahora convocando a la movilización callejera. ¿Instigación desde Venezuela? No es una novedad.
Se ha hecho lugar común la frase según la cual en política, como en la guerra y en el amor, “todo vale”; a riesgo de liquidar las instituciones democráticas que, aun por desarrollar y perfeccionar, tanto han costado a los colombianos construir.
Estimulando la polarización, una característica indeseable de la época en que vivimos, Estados Unidos se dividió con consecuencias que aún se desconocen; nuestros compatriotas venezolanos pudieron llegar hasta la Venezuela de Maduro y a 5 millones les ha tocado irse. En Bolivia se han encontrado en la puerta de entrada de una confrontación civil; en Chile están a punto de la parálisis en diferentes actividades y una nueva Constitución. ¿A alguien se le ocurre comenzar a recorrer ese camino?
Los paradigmas han cambiado. Veamos, superficialmente, el tema salarial. Coinciden en solicitar su alza la ministra de trabajo y los sindicatos. Una mayor capacidad de compra, por el aumento salarial, podría propiciar mayor dinamismo en la economía (que crecerá a un 3.3-3.5% en 2019 mientras América Latina lo hará al 0.2%), aunque también podría generar inflación y desempleo. En general, los bienes aumentarían su precio, reduciendo la capacidad de compra de los salarios, como ha ocurrido en Venezuela, en el extremo, siendo la escala móvil de salarios engaño y mentira probados¿Se puede discutir una propuesta como esa en las calles o incentivando la confrontación? No es posible gobernar desde allí pero sí afectar las instituciones y aprovechar para hacer mala política.
Algo parecido ocurre en el caso de las pensiones: aunque no guste a pocos es indispensable ampliar el número de colombianos que aportan al sistema haciendo posible que muchos más puedan pensionarse en mejores condiciones y un grueso del presupuesto no se destine a un grupo de privilegiados. ¿Por qué tenerle miedo a una reforma? Una convocatoria contra “todos los males” puede servir para presionar demandas pero también para hacer mala política. Bienvenida la movilización ciudadana pero cuidado con polarización, mentiras, falsos profetas y “magos”.