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Curioso

Hernán Peláez Restrepo
20 de enero de 2009 - 02:42 a. m.

Nadie es profeta en su tierra ni en el fútbol colombiano, según dos casos recientes.

El Once Caldas trajo del Perú a Sergio Ibarra con fama y goles suficientes como para esperar de él una gran campaña. No resultó así y de regreso al Perú, volvió no solamente con sus goles sino que se consagró como el máximo goleador histórico de su país.

Después, el Júnior y, por buenas referencias, consiguió los servicios de Miguel Ximénez, un delantero uruguayo. En la última temporada peruana estuvo por encima de los 30 goles y pasó a jugar en Paraguay. Tanto Ibarra como Ximénez, sin razones claras, fracasaron en sus intentos en Colombia.

Ahora quien se ‘reencauchó’ fue Johan Fano, el peruano que todos los días reza para que el Once facilite su regreso al Universitario del Perú sin desconocer en Manizales sus dotes de goleador.

Curioso también el caso de Ibarbo, el jugador de Nacional. Sin haber llegado a primera ya existían empresarios rondando su casa. Después de algunos partidos, logró una transferencia a Udinese, equipo que en tres contados pagará un millón y medio de dólares por su transferencia. Siendo joven y conociendo el modus operandi de los equipos italianos, quizá lo dejen para el apertura de este año y consiga, con más partidos, un fogueo indispensable.

Muchos ponen en duda si fue oportuna su transferencia, considerando que en el Sub 20 en Venezuela bien puede consolidarse como figura, pero el riesgo existe de no contar con suerte y quedar sin presentación su adquisición. Por eso creo que Nacional obró correctamente. Es preferible, en el caso de los jugadores, asegurar, así sea por menos dinero, su salida y no entrar en el campo de las especulaciones pensando en recibir más. Caso similar puede vivir Marco Pérez, el delantero del Chicó. Pimentel espera oferta concreta y seria y por supuesto que el jugador rinda como se espera.

Otro muchacho, John Kennedy Hurtado, se arriesgó y fue directamente a someterse a prueba en el Milán. Ojalá la pueda pasar, mientras Humberto Mendoza, quien venía presionando su paso al fútbol del exterior, en calidad de préstamo, probará su condición en River.

Si a eso agregamos que delanteros como Darwin Quintero, Freddy Montero y Martín Arzuaga emigraron buscando mejores horizontes, estaría configurada un pequeña cuota de exportación.

Estos ejemplos sirven para certificar las bondades que trae el trabajo en divisiones inferiores y de allí que los equipos serios entiendan que poco aportan jugadores a préstamo, mientras se cae de su peso el fomentar en las canteras el propio patrimonio. De allí que el suramericano de Venezuela sea la genuina vitrina para tantos jugadores con ambiciones. Además no sobra recordar que en un Preolímpico, Asprilla logró irse a Italia.

 

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