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De Irlanda con amor

Mauricio Albarracín
27 de mayo de 2015 - 03:55 a. m.

Irlanda se convirtió en el primer país del mundo en aprobar el matrimonio igualitario por voto popular.

Una vez conocidos los resultados del referendo, la alegría recorrió a la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales y trans de todo el mundo. Por primera vez, la mayoría reconocía los derechos de una minoría discriminada. Hace 6 años, un referendo llenó de tristeza los mismos corazones cuando la famosa Proposición 8 por los votantes del Estado de California y se prohibió el matrimonio igualitario, en pleno centro de la revolución sexual.

La relación entre los derechos de una minoría y la mayoría de los ciudadanos es una cuestión difícil de resolver. El movimiento de gays, lesbianas, bisexuales y trans ha sostenido, con razón, que estos derechos no deben someterse a voto popular porque esto sería negar la esencia misma de los derechos y las minorías quedarían expuestas a un escarnio público y a la exacerbación de los prejuicios.

La lección de Irlanda no consiste en realizar referendos sobre el matrimonio igualitario en todos los países. Los derechos se reconocen en cada país según su propia tradición y organización del Estado. Así, por ejemplo, algunos países han reconocido el matrimonio igualitario en sus congresos nacionales o estatales; otros lo han hecho a través de sus cortes; y otros a través de procesos complejos entre los congresos, las cortes y el pueblo. En Colombia, nuestra tradición es que las cuestiones de igualdad y los derechos de las minorías se resuelven en la Corte Constitucional.

Irlanda nos deja varias lecciones. La primera lección es para el Vaticano. Los católicos del mundo, especialmente de Europa y América, cada vez más apoyan la igualdad porque han hecho uso práctico de uno de los principios comunes entre el catolicismo y los derechos: respetar la igual dignidad de todas las personas. De hecho, cada vez es más difícil para la jerarquía católica sostener el mensaje de amar al prójimo y al mismo tiempo discriminarlo en el reconocimiento de los derechos.

Lo anterior nos lleva a la segunda lección para los opositores de la igualdad. Los grupos conservadores afirman todo el tiempo que son la mayoría moral. El silogismo es así: si la mayoría es católica, cristiana o religiosa entonces la mayoría se opone al matrimonio igualitario. Este mito populista ha sido derrotado por los irlandeses quienes son casi el 90% católicos. Ser católico, cristiano o religioso no necesariamente convierte a una persona en partidaria de la discriminación. La religión, o la ausencia de ella en la vida contemporánea, es un referente de valores que los ciudadanos buscan hacer compatible con las responsabilidades republicanas. Aquellos que quieren fusionar religión y Estado se parecen más al Estado islámico que hoy ocupa la histórica ciudad de Palmira.

La tercera lección es para la comunidad LGBT de todo el mundo. La campaña por el “Sí” en el referendo de Irlanda hizo un maravilloso comercial llamado “Trae a tu familia contigo” (ver video aquí: Bring Your Family With You https://youtu.be/AkwYEhjjZhs ). En el video se retrata el día de la votación y se ve cómo la comunidad LGBT va a cumplir con esa cita junto con su familia. Se ve a varias generaciones apoyando el “Sí” e incluso reconciliaciones en el puesto de votación. La música del video va por cuenta de la banda irlandesa Kodaline, All I want: “Pero si me amas, ¿por qué me dejas? Toma mi cuerpo. Toma mi cuerpo. Todo lo que quiero, y es todo lo que necesito, es encontrar a alguien. Encontraré a alguien como tú".

Los irlandeses nos dieron una lección de amor y cariño de una mayoría para una minoría. Un gesto tan emocionante y único que será un hito de nuestra generación. La lección para nosotros es que debemos reconciliarnos con nuestras familias y amigos y sumarlos a nuestras vidas para poder lograr la igualdad en todas partes.

Los conservadores serán muy listos y empezarán a decir: vean a Irlanda y ganen el referendo. De esto no se trata esta historia. Se trata de ver que el mundo cambia por gestos generosos que honran la felicidad, la igualdad y la solidaridad. Lo de Irlanda puede que sea difícil de repetir, pero nos llena de esperanza porque todavía existe gente de buena voluntad que derrota el odio cuando se lo propone como una causa común.

 

 

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