Del director de JPM sobre una columna

Cartas de los lectores
25 de septiembre de 2019 - 05:00 a. m.

He tomado nota de la columna de la periodista Cecilia Orozco sobre mi persona (El Espectador, “Director de la Justicia Penal Militar: ¿para la venganza?”, sep. 18), sobre la cual tengo los siguientes comentarios. Pertenezco a la tercera generación de una familia ganadera que le debe todo al Magdalena Medio colombiano. Todo empezó con mi abuelo José Ramírez, a cuyo emprendimiento y esfuerzo en esa bella zona de Colombia, pero azotada por intereses de diversa índole, se deben las condiciones de vida de las cuales hemos gozado su progenie.

Nunca podrá escuchar en la referida zona tacha alguna en el recorrido negocial de mi abuelo: aún hoy sigue siendo un ejemplo para mí.

Mi padre, Antonio Ramírez, fue un importante líder de pensamiento conservador. Como Orozco, se educó en la Pontificia Universidad Javeriana, a mi juicio una de las mejores que tenía el país para ese entonces, egresado de Derecho y Economía. Fue compañero de profesión de importantes personalidades del país, como el Dr. Mario Laserna, fundador de la Universidad de los Andes, con quien compartió oficina de abogados en la calle Jiménez; fue profesor de la Universidad del Rosario, representante a la Cámara en un corto periodo por el Partido Conservador, secretario de Gobierno de Caldas, acompañó al inmolado líder Álvaro Gómez Hurtado durante su trayectoria en la política y fue secretario de Control Interno de Álvaro Uribe Vélez en la Gobernación de Antioquia, entre otras dignidades. Y claro, como ustedes podrán entender y siguiendo los negocios que iniciara mi abuelo en el Magdalena Medio, fue objetivo militar de la guerrilla, por lo cual tuvimos que salir de Colombia por espacio de dos años.

Sin embargo, de regreso al país mi papá fue asesinado por grupos paramilitares. Como figura política en el Magdalena Medio, se atrevió a una candidatura a la Alcaldía de La Dorada (Caldas) en una época en que la región se caracterizó por el dominio territorial del paramilitarismo (año 2000) y fueron éstos quienes lo amenazaron para que se retirara. Al no acceder a sus exacciones y a su solicitud fue asesinado, como consta en proceso judicial que la periodista podrá consultar (2011). Me entristece profundamente que hoy se repita ese terrible panorama en Colombia: luego de dos periodos de gobierno con grandes iniciativas en materia de seguridad, el país había recuperado las condiciones para el desempeño de la política.

Gracias a la actividad negocial de mi padre, tuve las garantías de una excelente educación. Soy un orgulloso abogado de la Universidad de Medellín (septiembre, 2009) a la que le debo haberme becado en dos ocasiones para profundizar mis estudios de Derecho Público en la Universidad del Rosario, destacada universidad donde logré un comportamiento académico acorde a las circunstancias. Volví a Bogotá y me especialicé en Negociación (abril, 2013), en la que considero una de las mejores escuelas de administración y negocios del país, la Universidad de los Andes. Mi rendimiento académico en dicha universidad me permitió continuar estudiando, graduándome de magíster en Administración (Universidad de los Andes, febrero 2018). Todo esto, con un grande esfuerzo y mientras compartía mis estudios de posgrado con el desempeño profesional de abogado y analista político en un reconocido programa radial, donde me escucharon los colombianos junto al Dr. Fernando Londoño, de quien tengo grandes recuerdos y a quien le debo toda mi admiración y respeto por su sacrificio por el país. Y dicho sea de paso, he seguido en los negocios heredados de mi abuelo y de mi padre, con un gran amor por el campo colombiano, por los caballos de paso más suaves del mundo y por contribuir a mi país, como lo hicieran quienes me antecedieron.

Y claro, como ustedes pueden ver en mi perfil de redes sociales, @AlejoRamirezL, tengo una gran distancia en cuanto a la manera de apreciar la política del país se refiere con la señora Orozco Tascón, lo que no implica necesariamente que por ello deba ser descalificado, esperando en el futuro recibir un trato más digno y respetuoso con mis derechos fundamentales a la intimidad, a la honra y al buen nombre por parte de dicho diario y demás portales de información, que deben caracterizarse por la imparcialidad, veracidad y respeto a estos demás derechos conquistados por las democracias modernas.

Espero haber respondido en este espacio a cada uno de los señalamientos de que he sido objeto por la periodista, evitando tergiversar y que se revictimice a mi familia en el desempeño de nuestras ocupaciones, sin querer por ello aprovecharme del cargo para otras constancias periodísticas.

Alejandro Ramírez. Director de la Justicia Penal Militar.

Envíe sus cartas a lector@elespectador.com.

 

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