Del PIB a la FIB (Felicidad Interna Bruta)

José Manuel Restrepo
25 de marzo de 2018 - 02:00 a. m.

Como se ha expresado en este espacio, por mucho tiempo hemos concentrado la atención de la educación en los indicadores objetivos (ránquines, notas, evaluaciones, exámenes, datos, entre otros), descuidando lo que históricamente ha sido el propósito esencial de formar o de educar, es decir, los indicadores subjetivos (felicidad, pasión, motivación, responsabilidad, ética, valores, compromiso, empatía, solidaridad, entre otros). Afortunadamente, en los más recientes debates sobre el tema, lo subjetivo empieza a cobrar más importancia y hoy la tendencia recupera el rumbo ideal.

Algo similar empieza a suceder en economía. Por muchos años nos concentramos sólo en su medición cuantitativa, y particularmente creímos que el dato del PIB y su crecimiento era suficiente para explicar el desarrollo humano y el bienestar de una sociedad. Hoy comprobamos que existen caminos complementarios mucho más potentes como descriptores. Aparece, por ejemplo, el Reino de Bután, que desde hace 45 años tiene en cuenta la felicidad en sus decisiones de política pública y se atreve a medir la FIB (Felicidad Interna Bruta), incluyendo temas como la calidad de vida de sus ciudadanos. De forma similar, hay también avances en la evaluación comprehensiva del bienestar de las personas, y se entiende que este tema tiene que ver no sólo con las condiciones materiales de vida sino con aquello que las personas pueden hacer con dichas condiciones.

El Espectador, por ejemplo, se preguntaba hace algunos días en su sección de actualidad porqué Finlandia es el país más feliz del mundo y concluía que dicha felicidad no sólo depende de su PIB, sino también de los programas sociales, de la libertad de los ciudadanos, de la ausencia de corrupción, de la calidad de la educación y la salud, de la disponibilidad de recursos naturales y de la calidad de vida de los migrantes.

Yo francamente celebro hoy ver tres palabras reunidas en los debates de futuro de sociedad: política, economía y felicidad, que en mi opinión redefinen la idea de desarrollo y de progreso y que son coherentes con expresiones de hace muchos años. Como lo expresara el célebre Thomas Malthus, “el profesado objeto de la investigación de Adam Smith fue la naturaleza y riqueza de las naciones. Pero existe otra investigación, quizás más interesante, que ocasionalmente se mezcla con la anterior y que es la causa que afecta la felicidad de las naciones”.

Justo por ello es de celebrar el reporte How is Life 2017, de la OCDE, que intenta medir la riqueza de la experiencia humana más allá de las cifras duras de la macroeconomía. Eso significa ver el bienestar basado en la calidad de vida (que incluye salud, el equilibrio trabajo-vida, educación, relaciones sociales, compromiso cívico, calidad del ambiente, seguridades personales y bienestar subjetivo), las condiciones materiales (que incluyen ingresos y riqueza, trabajo y vivienda) y finalmente los recursos que bien preservados hacen sostenible lo anterior a largo plazo (el capital natural, capital humano, capital social y capital económico). El caso colombiano, con base en este esfuerzo de evaluación, indica áreas de fortaleza en comparación con otras naciones del mundo en acceso a vivienda, calidad del agua y el aire, tasas de empleo, esperanza de vida al nacer y ciertos estándares básicos de seguridad urbana, como caminar tranquilo en la noche. Sin embargo, se identifican asuntos en los que es urgente trabajar para mejorar, como el exceso de carga laboral con baja productividad del país, los bajos estándares de cobertura de la educación (en especial la superior) y los pobres avances en competencias y la capacidad de análisis que demuestran nuestros estudiantes en ciertas pruebas internacionales de educación. Capítulo aparte por ser una gran debilidad es la baja participación electoral, que siguió siéndolo en la última contienda democrática.

Viendo la importancia que este avance tiene para la humanidad, es reconfortante ver que el DNP haya decidido medir ese bienestar subjetivo en Colombia, asunto que significará un nuevo capítulo de la política pública, mucho más aterrizada a las necesidades de las personas, en lugar de quedarnos en los fríos números del PIB.

En hora buena damos el primero paso para pasar del PIB a la FIB (Felicidad Interna Bruta) y nos preparamos para una revolución en nuestra idea del desarrollo.

Jrestrep@gmail.com;@jrestrp

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