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¿Democracia o dictaduque?

Cristina de la Torre
29 de septiembre de 2020 - 03:00 a. m.
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Rescate del Estado de derecho desde la Corte Suprema de Justicia y burla a la democracia por el alto Gobierno quedaron expuestos sin atenuantes. Al desbordamiento de la violencia instigada con sordina desde arriba, al abuso de poder en el uribato renacido, presidente y ministro de Defensa agregan el delito de desacato a una orden judicial: pedir perdón a víctimas definidas de la brutalidad policial, que se resuelve en protestantes heridos por cientos y muertos por decenas. Pero no. Como levitando sobre el horror, voz engolada de candidato en campaña, el ministro se escabulle y en cambio corona de laureles a la Policía que ha disparado a matar. “Gloria al soldado”, escribirá, además, en homenaje al uniformado que asesinó a Juliana Giraldo, porque sí. Sucia asimilación de las instituciones armadas que monopolizan la fuerza del Estado, mas no ganando el respeto de los asociados sino mediante el crimen.

Cómo no disparar, si en el reino de la caverna todo el que proteste o disienta o sea distinto es terrorista que se la buscó. Guerrillero vestido de civil. Juegan ellos a prevalecer por física eliminación del inconforme. Juegan a reírse de la Justicia para culminar su avanzada hacia el poder único, inapelable, en la persona del patrón de frondoso prontuario que la encabeza. Juegan a llegar por este camino a la meca soñada: coronar el proyecto neofascista que despuntó en 2002 y ahora desespera, peligrosamente, en su impotencia para responder a la peor crisis social en muchos años.

En texto admirable que recupera principios medulares de la democracia moderna, fustiga la Corte esta vulneración generalizada y reiterada de los derechos a la protesta, a la vida, a la participación ciudadana, a la integridad personal, al debido proceso, a la libertad de expresión, de prensa, de reunión y circulación. Y el Ejecutivo no mantiene una postura neutral.

Declara el máximo tribunal que la Fuerza Pública agrede sin pausa ni medida ni control a la población civil que, en manifestaciones, es “brutalmente golpeada”. Interviene sistemáticamente con violencia, usando armas letales, contra la protesta social. Mas, por encima del orden público, postula, está el respeto a la dignidad humana. El uso de la fuerza en el control de disturbios estará limitado por el hecho de que no se trata de enfrentar al enemigo sino de controlar y proteger civiles. Siendo función suya la protección del ciudadano y de la vida, se trata de restablecer el orden, no de conculcar derechos.

Atribuye el profesor Augusto Trujillo la creciente militarización de nuestra seguridad ciudadana al hecho de que la Policía de Colombia es la única en el mundo que depende del Ministerio de Defensa. Se diría también que sigue dominada por los fantasmas de la Guerra Fría, como el del enemigo interno, que germina con más exuberancia allí donde las diferencias políticas se ventilan con corte de franela o a motosierra batiente.

Por eso cae como un bálsamo, una luz en las tinieblas, esta voz poderosa de la Corte Suprema de Justicia: una nación que busca recuperar y construir su identidad democrática no puede ubicar a la ciudadanía que protesta legítimamente en la dialéctica amigo-enemigo, buenos y malos, sino como la expresión política que procura abrir espacio para el diálogo y la reconstrucción no violenta del Estado constitucional de derecho. Si la mayoría de colombianos recibe con esperanza esta simiente, que ella germine dependerá de su decisión de protegerla, regarla y abonarla, pues los que mandan se proponen destruirla metódicamente, hacerla trizas, día tras día, durante los dos largos años que les quedan todavía en el poder. No será la primera lucha sin fusiles que la democracia libre contra la rudeza del poder que hoy encarna esta dictaduque.

Cristinadelatorre.com.co

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Jacqueline(10525)30 de septiembre de 2020 - 04:58 p. m.
Cristina, su voz es tan imprescindible en este paìs, que se requiere de màs columnistas independientes y sobre todo, transparentes, para divulgar todo el lodo de contravenciones que este gobierno autoritario en cabeza del hombre del Ubèrrimo, està condenando a Colombia a los años más oscuros de la historia.
Alberto(3788)30 de septiembre de 2020 - 01:53 a. m.
¡Qué buen análisis, qué buena columna! Gracias, Cristina de la Torre.
Hector(31467)29 de septiembre de 2020 - 10:14 p. m.
Dictaduque?..si; una desgracia propiciada por el uberri-presidiario quién encabeza este ataque demente a la Constitución, a las instituciones, a la decencia y al respeto, y lo peor, al ciudadano común y corriente que sale a protestar con todo el derecho. Que mentalidad tan corroída y podrida la de este gobierno y su emperadorcillo del Uberri. Que desánimo se siente cuando uno mira este país.
Hernan(hf9h0)29 de septiembre de 2020 - 09:31 p. m.
No hay una única idea, propuesta viable, solo insultos, que hacer? a donde vamos? que ejemplo seguimos? hechos y datos? Ya, sale Duque sube quien? que cambia? Con que están felices? todos iguales fuera los empresarios y ricos, vivimos de la tierra de nuestros recursos? aislados del mundo o replicamos China, Rusia, Nicaragua, Brasil, Venezuela? trabajen, estudien, lean, aporten dejen de mendigar!
ANA(11609)29 de septiembre de 2020 - 08:28 p. m.
Gracias, señora Latorre. De acuerdo con sus planteamientos. La Corte, defiende la dignidad de las personas y sus derechos inalienables a la protesta y a la libertad de expresión. En contrapartida, el gobierno defiende los bienes materiales. Ahí esta la diferencia entre una democracia y una dictadura.
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