Desafíos competitivos de Colombia

José Manuel Restrepo
15 de octubre de 2017 - 02:00 a. m.

Con motivo de un evento organizado por la OECD y la Universidad del Rosario para debatir sobre los retos que tenemos como nación en materia competitiva, evaluar buenas prácticas de otros países y los resultados alcanzados hasta la fecha, surgen de nuevo, y ya casi como temas repetitivos, los mismos que desde hace algún tiempo se han venido hablando. El primer sentimiento es que estamos viviendo un estancamiento o cuasideterioro competitivo que parece no se soluciona a pesar de instancias públicas, privadas, publico-privadas, Conpes y similares. La evolución no puede ser más diciente. Según el indicador del sistema de referenciación del World Economic Forum, en 2002 estábamos en el puesto 61 y en 2017 en el 66. De igual forma, de acuerdo con la prestigiosa Escuela de Negocios de Suiza IMD pasamos de la posición 37, en 2003, a la 54 en 2017.

Una posible explicación es que nuevos países se han incluido en ambas muestras y por ende la competencia es más difícil, pero aún así, no deja de ser preocupante la tendencia, asunto que pone de presente la mayor velocidad a la que van otros países o nuestra propia incapacidad para ser más competitivos.

Otra posible reacción es criticar los indicadores, por cuanto miden percepciones de actores clave de la sociedad antes que resultados concretos, asunto que si bien es cierto, lo es de la misma manera para todos los países y lo ha sido así para todos desde hace varios años, y cuando algunas veces mejorábamos en la posición, nunca lo criticamos, por el contrario, alabábamos los resultados.

Superada la discusión sobre el indicador, pasemos a analizar cuáles son las causas de nuestro problema, que fueron objeto de discusión en el foro mencionado, y que salvo algunos cambios menores no son muy distintas de las que hemos tenido por varios años. Yo las resumiría en tres temas críticos y dos en los que hemos dado saltos importantes.

Las tres variables críticas arrancan por un deterioro en los asuntos institucionales, que recogen temas como el desvío de los fondos públicos, el decrecimiento de la confianza en la política y un muy fuerte retroceso en el comportamiento ético de las empresas. En síntesis, es el impacto en la economía de la triste pérdida de credibilidad de nuestras instituciones (ejecutivo, legislativo y ahora judicial), sumado al incremento de la corrupción en la relación público-privada. La segunda razón la asocio con un pobre desempeño en materia de innovación y generación de nuevo conocimiento útil para el desarrollo productivo del país. Es imposible ser competitivos sin sectores económicos sofisticados y preparados con desarrollo tecnológico y científico para un mercado internacional cada vez más competido.

El tercer factor crítico lo relaciono con el exceso de interés en los problemas macroeconómicos y no en los temas meso y microeconómicos, que solucionarían debilidades nacionales en asuntos como: exceso de informalidad, baja productividad, ineficiencia en el sistema tributario y pensional que incluyen gastos excesivos, abuso de exenciones y falta de control de la evasión, regulación poco amiga del desarrollo empresarial (v.g. temas de tierra, de licencias ambientales y consulta a comunidades), inequidades en el desarrollo territorial y dificultades en la calidad de varios servicios públicos.

Dicho lo anterior, y siguiendo la recomendación de Albert Hirschman de que superemos la “fracasomanía”, que según él refleja una especie de complejo/prejuicio de los colombianos que nos lleva a no reconocer avances y buenas políticas públicas, es importante decir que hay dos frentes en los que se nota un mejoramiento en el tema competitivo: logros destacados en infraestructura y en acceso a tecnologías de información y comunicación, y mejoramiento en cobertura en educación, desde preescolar hasta superior.

Para superar el estancamiento competitivo es necesario avanzar en tres frentes adicionales. Mucho más de voluntad política activa, métricas ambiciosas que obliguen a nuestros actores de política pública a retarse y medirse permanentemente en función de los resultados, y seguir aprendiendo de la buenas prácticas del mundo y ojalá de países similares.

jrestrep@gmail.com;@jrestrp

 

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