Estamos frente a una contradicción, en la que por un lado tenemos un paro de los jóvenes que con justa razón reclaman empleo y futuro, y por otro lado miles de empleos perdidos a causa de las acciones de terroristas prepago que aprovechan la coyuntura para la desestabilización institucional. Pero es en la falta de empleo que voy a enfocarme, para tratar de ver cómo logramos un sector productivo dinámico, que genere altas tasas de crecimiento y masivo empleo digno, especialmente en las regiones.
Adicional a los tradicionales factores como políticas tributarias, arancelarias y laborales adecuadas, más un costo país competitivo, es necesario entender qué otros factores hay que impulsar. El desarrollo se da cuando todos los sectores productivos diversifican su producción, aumentan el valor agregado y profundizan el contenido tecnológico de sus productos y servicios. Para esto debemos centrarnos en transformar las competencias productivas de cada industria, y solo se logra en la medida que combinemos una profundización de los conocimientos conceptuales adquiridos en las universidades y posgrados, articulados con las necesidades actuales y futuras del desarrollo, alimentadas por las demandas que indiquen los observatorios laborales.
Habrá que ir migrando a un sistema más equitativo de asignación de recursos, implementando “bonos educativos” que permitan al estudiante escoger la institución pública o privada donde quiere estudiar. Pero adicional a lograr una mayor articulación con el sector productivo se requiere una formación más integral en habilidades blandas, humanismo y herramientas para la vida. De forma complementaria debemos impulsar mucho más la formación técnica y tecnológica para el trabajo, de acuerdo con el marco nacional de cualificaciones.
Se requiere también masificar la transferencia de tecnología, investigación e innovación, enfocándonos no solo en centros de investigación, innovación y transferencia tecnológica sino en el impulso masivo al extensionismo tecnológico, pero sin olvidar que tenemos una excelente oportunidad en el sector informal, ya que hay más de seis millones de negocios y micronegocios que pudieran generar masivas cantidades de empleo para sacar a las personas de la pobreza. Para esto es imperativo borrar la brecha que existe entre los sectores formales e informales.
Lo primero es eliminar la cantidad de trámites que asfixian al empleador formal, especialmente pequeño. La pregunta correcta es evidenciar el trámite indispensable porque tiene que ver con la salud y protección de la vida, y los demás o sobran o con un concepto de gradualidad se van imponiendo a los más grandes. Lo otro es que todo trámite se deba adelantar por una ventanilla única digital, para que el tiempo que hoy pierde el empresario en filas y formularios lo pueda dedicar a trabajar y crear empleo. Adicionalmente debe haber gradualidad en parafiscales y tributación. La propuesta de Fedesarrollo es excelente y debe ser acogida. Finalmente, el Estado tiene que aumentar sustancialmente los beneficios para el informal en crédito, garantías, formación, deducciones etc., tal que la balanza se voltee hacia la formalidad. Unámonos para construir esperanza, fortalecer valores y rechazar la narrativa de odio.