Desigualdad para mi prima II

Martín Jaramillo
28 de julio de 2018 - 07:25 a. m.

Isabel y yo ya habíamos tenido una discusión de desigualdad el día que les ofrecí, a ella y a su amiga, comprarles un cereal en ese momento con el compromiso de que quien aceptara después no tomaría malteada de chocolate. Ese día ella aceptó comer el cereal mientras que su amiga esperó por la malteada. Cuando llegó el momento de la malteada, a mi prima le pareció que la desigualdad, al ella no tener, era injusta.

Entre adultos es claro; si tuvieron las mismas oportunidades y sus decisiones generan resultados desiguales, no hubo injusticia. El problema de la realidad es que hay niños que en tanta pobreza nunca tuvieron la elección “ni de malteada, ni de cereal”, que en la vida puede significar fácilmente “ni trabajo ni educación”. Ahí la importancia de que las políticas públicas busquen cierta igualdad de oportunidades para dar la elección.

El otro día la tía Nati necesitaba ayuda con las láminas del álbum y decidimos utilizarlas para enseñarle a Isabel del valor del trabajo: le dijimos a ella y a su hermanito que les regalaríamos una gomita por cada lámina que pegaran bien.

Ambos eran ágiles para ser tan chiquitos. Se esforzaban, sin supervisión, de que quedaran alineadas perfectamente. Salió la tía a comprar la recompensa y volvió con dos bolsas de gomitas, al llegar les dijo que cuando acabaran de pegar la otra mitad les daría una bolsa de gomas a cada uno.

Al primo menor se le alumbraron los ojos y decidió ir a jugar Xbox. Cuando lo regañé para que ayudara a su hermana, empezó a pegar láminas lentamente y bastante torcidas. Le insistí varias veces, hasta que Isabel se cansó:

“No es justo, yo estoy haciendo todo el trabajo y nos van a dar las mismas gomas”.

“Pero, Isabel —le dije—, pensé que tú eras partidaria de la igualdad de resultados, te pareció injusto el día de la malteada de chocolate”.

“¡Eso era cuando era chiquita!”, me respondió indignada.

“Pues ves, Isabel, ese es un efecto indeseado e inevitable de la redistribución, de eso que entiendes como 'igualdad'. Cuando buscas darle a la gente resultados parecidos, les tienes que quitar a unos (con impuestos) para darles a otros (en subsidios o servicios). Si eso se hace de manera radical, terminan los trabajadores como tú, prefiriendo no trabajar porque no están siendo recompensados por su esfuerzo, mientras que quienes no trabajan están encantados recibiendo cosas gratis, igual que tu hermanito.

Por eso es difícil ponerlo a trabajar bien cuando hay igualdad de resultados y por eso es importante no olvidar los incentivos ni los orígenes de las diferencias cuando pedimos más igualdad.

Mira, Isabel, buscar un país con oportunidades para todos, donde el que se lo proponga pueda salir adelante, es una lucha que quiero que des toda tu vida. Pero esa lucha sólo se puede dar acorde a las leyes de la economía. Ignorarlas ya ha causado suficiente sufrimiento”.

#EconomíaParaMiPrima

@tinojaramillo

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