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Despierten y huelan la derrota

Juan Carlos Botero
22 de noviembre de 2012 - 11:00 p. m.

Desde el año 2002, el influyente periódico The Wall Street Journal califica a un segmento de la población de EE.UU. como “patitos felices”. ¿La razón? Estas personas no pagan impuestos sobre sus ingresos.

Son aquellas que, según el diario, se benefician de las ventajas de su sociedad, las libertades, el desarrollo, el bienestar y la seguridad que brindan las instituciones, pero en cambio no colaboran a fortalecer el tejido social ni le aportan nada a las arcas del Estado, porque no dan de vuelta. Sin embargo, la pregunta es: ¿por qué no pagan impuestos y por qué no ponen de su parte, al igual que el resto de la franja contribuyente? ¿Por perezosos o ineptos? No. Esta gente no paga impuestos porque sus ingresos son demasiado bajos. Es decir: por pobres. Estas personas, entonces, son las más sufridas de la sociedad, y no son patitos y mucho menos son felices.

Más aún: la mayor parte de esta gente sí paga otra clase de impuestos. El código fiscal del país tiene al menos una docena de tipos de impuestos, y estas personas los pagan al igual que las demás. No sólo eso: esta población incluye a varios sectores sociales que son de todo menos holgazanes, como bomberos, maestras de escuela, veteranos de las guerras, enfermeras y asistentes sociales. Como se sabe, esta franja del país es la que Mitt Romney llamó “el otro 47% que nunca votará por mí”, porque está acostumbrado a recibir (takers) y no a producir (makers).

También se sabe que ese comentario atroz, que refleja una falta de sintonía total con su país, y además una falta de sensibilidad social apenas elemental, a lo mejor le costó las elecciones al Partido Republicano. Pero lo grave no es eso. Lo grave es que, después de semejante paliza, con una diferencia de más de 3 millones de votos frente a los demócratas, el partido perdedor todavía no ha aprendido su lección. O sea: aún le falta despertar y oler la derrota electoral.

Hace poco Romney hizo sus primeras declaraciones públicas después de las elecciones, y en vez de mostrar un mínimo sentido de la autocrítica, increíblemente insistió en su frase del 47%. Incluso la remató diciendo que su teoría de la derrota es que Obama ganó por una razón sencilla: sobornó al país. En especial, mediante regalos a los hispanos, a los negros, a las mujeres solteras y a los jóvenes.

Varios de sus aliados ya se distanciaron como si Romney tuviera lepra. Su asesor para asuntos hispanos, Carlos Gutierrez, se mostró iracundo con el excandidato, y ofreció una explicación más veraz de la derrota: la extrema derecha ha empujado al Partido Republicano ha ocupar un lugar indigno. Y el republicano Lindsey Graham fue menos poético: “Cuando estás en un hueco”, sugirió, “es mejor dejar de cavar”.

Al Partido Republicano, por lo visto, aún le falta entender que el país de antes ya no existe, y que la sociedad actual está compuesta por diversos sectores, incluyendo minorías que no aceptan que las traten como escoria, mujeres que no aceptan que se diga que, si las violan, “es la voluntad de Dios”, y personas honestas y trabajadoras que reconocen el efecto positivo y constructivo del buen gobierno. Mientras los jefes de ese partido no entiendan que las personas que ellos desprecian son más de la mitad de la nación, su futuro es claro: seguirán perdiendo elecciones.

 

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