Después de la consulta prefiero tener esperanza

Yolanda Ruiz
30 de agosto de 2018 - 05:00 a. m.

Prefiero ver el vaso medio lleno después del resultado de la consulta anticorrupción. Prefiero pensar que, a pesar de no haber logrado el umbral, esos votos muestran una realidad política que genera esperanza. Prefiero creer que por encima del color político pueden existir causas comunes que nos sirvan a todos. Prefiero pensar que hay futuro si millones de ciudadanos se movilizan sin necesidad de tamales, camisetas, buses o plata contante y sonante.

Porque es urgente fijarnos metas de país que nos convoquen, prefiero creer que batallar contra los corruptos es una de las que pueden movilizar a todos los sectores. Prefiero pensar que por encima de los intereses politiqueros puede existir política de la buena para tramitar diferencias sin odio y pensando primero en lo mejor para el país.

Me dicen que soy ingenua porque intento dar sabor de victoria a una derrota, pero tengo muchos años de informar sobre la política, el conflicto y los dolores varios de esta Colombia y por eso sé que siempre es bueno cuando los ciudadanos se hacen sentir. Lo viví cuando tuvimos el sueño de una nueva Constitución en el 91, también cuando la gente salió a la calle por millones a rechazar el secuestro y luego cuando un 4 de febrero histórico las calles se cubrieron de blanco para condenar todas las violencias de las Farc. También noté la ausencia de ese entusiasmo ciudadano cuando se hizo el plebiscito por la paz que nos dividió y por eso un acuerdo que debió ser un punto de quiebre en realidad no nos ha reconciliado.

Esa presencia ciudadana poderosa es la que siento ahora cuando millones de personas rechazan a los corruptos con el poder de un voto. Dije en este mismo espacio, cuando el proyecto pasó en el Congreso, que cabía el debate en torno a la pertinencia de las preguntas, pero que los congresistas se habían visto obligados a alinearse con la consulta por la presión de una sociedad que está hastiada. Ahora, y después del paso por las urnas, hay que leer más allá de lo formal y del umbral: lo que se logró es una movilización que tiene un profundo impacto político. Así lo entendió el presidente Iván Duque que ha puesto el tema en el centro de su agenda. Ojalá él tenga la grandeza suficiente para ayudar a liderar un proyecto que va mucho más allá de su gobierno y sobre todo de su partido, que se dedicó a torpedear la consulta después de haberla votado.

Espero también que los promotores entiendan que esos votos no les pertenecen ni a ellos ni a ningún partido, aunque se deba reconocer el trabajo juicioso y persistente de Alianza Verde. Dijeron algunos que se estaba haciendo política con la consulta y fue uno de los argumentos de los críticos. No sobra recordar que en eso consiste la política: hacer propuestas, jalonarlas, mover a la gente y cosechar si se logran las metas. Nos acostumbramos tanto a la politiquería mezquina que no somos capaces de ver las bondades del ejercicio sano de la política cuando el debate en la calle es de ideas y proyectos. En ese sentido, es un triunfo político de los promotores aunque no se haya pasado el umbral pero dicho esto, es bueno que ellos entiendan que a las urnas salieron colombianos que no caben en un feudo porque son dueños de su voto y su opinión y son de todos los matices: de izquierda, de derecha, de centro, sin partido, creyentes y ateos. Millones de ciudadanos que tienen profundas diferencias en muchos temas pero que coinciden en la necesidad de atajar la corrupción de alguna manera.

Difícil que el Congreso se reforme porque se ha intentado una y otra vez, difícil que se comprometa con esta batalla, pero lo claro es que ya la bandera anticorrupción quedó instalada en el debate público y si la ciudadanía se mantiene firme es posible avanzar y presionar para transformar. Por eso, a pesar de todos los nubarrones prefiero tener esperanza.

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