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Donald, el discípulo de Álvaro

Sergio Ocampo Madrid
30 de noviembre de 2020 - 03:00 a. m.

Primer mundo y tercer mundo terminan pareciéndose más de lo que uno pudiera imaginar. Eso queda demostrado con las elecciones USA 2020. Allá 74 millones de personas, o sea un poco menos que la cuarta parte de la población, se creyeron toda esa enorme farsa de un complot orquestado por el comunismo, con Venezuela a la cabeza, para acabar con la primera democracia del mundo. Para ellos no pesó la falta de evidencias, ni que el supuesto fraude al sistema electoral fuera contra el presidente y no contra la oposición (como suele suceder en todas partes); tampoco que ese presidente fuera señalado de manera escandalosa por los medios como corrupto y mentiroso, que sus impuestos de multimillonario ascendieran apenas a los 750 dólares al año, o que diera muestras reiteradas de escasa inteligencia, conducta adolescente y vocación de mercader.

Aquí, en esta otra “vieja democracia”, hace dos años sí prosperó esa misma farsa de que íbamos a volvernos Venezuela, y 10 millones, o sea la quinta parte de la gente, le entregó el poder, por medio de un testaferro tontarrón, a un personaje de la misma catadura del de allá: megalómano, mentiroso irredimible, populista, con decenas de escándalos por corrupción y dispuesto a llevarse todo por delante, incluido el Estado, las instituciones, con tal de mantener el predominio y sacarse el punto.

Cabe para la galería de nuestros orgullos patrioteros y ridículos la evidencia de que fue Trump el que copió a Uribe, y no al revés. Y cabe presentir que lo seguirá copiando en los cuatro años venideros y hasta más allá, con lo cual, entonces vale precisar que más que un parecido entre el primer y el tercer mundo, lo que es idéntico es el perfil del populista, y lo que cambia son las circunstancias y el entorno. Qué revelador eso de los congresistas del Centro Democrático haciendo descarada campaña en Florida, casi como unos asesores de marketing político, y que Gustavo Petro haya salido a bailar en unas elecciones en las que no tenía nada que ver.

Trump se va, pero se queda. Como Uribe se quedó. Porque el primero cree que su país es como una fábrica y que él es el dueño exigente e implacable; y aquí, el otro cree que esto es un latifundio y que él es el rudo e infalible capataz.

Con un capital político de 74 millones, es altamente probable que Trump haga insufrible el gobierno de un Biden que parece cansado y metido a última hora en todo esto más por frenar de urgencia al monstruo y rescatar algo del desastre que por un proyecto de ocho años para reconstruir ese país. Desde enero Trump podrá apelar a todo el bagaje de un Uribe que es experto no dejando gobernar, poniendo palos en las ruedas, minimizando logros y amplificando los errores del gobierno, criticando lo mismo que él hacía y decía y hasta dejaba por escrito, pero apelando a la amnesia de las masas, que es igual en las ciénagas del Caribe que en las planicies de Kentucky. Aparte del color del pelo y de los ojos, no hay mayor diferencia entre el red neck de Kansas y el morocho del bajo Magdalena.

Una de las lecciones más urgentes de Uribe para Trump (o para el amigo Tron, en buen paisa) es cómo convertirse en un inimputable. Aquí el expresidente ha sabido capotear con centenares de procesos en su contra, en una cifra que quizás él mismo tampoco logra discernir. Según la Misión de Observación Electoral (MOE) hace siete años eran 276, la mayoría en la Comisión de Acusaciones de la Cámara. Se dice que en la Corte hay 30 procesos activos, excluyendo ya el de compra de testigos. Y los hay de todo tipo, incluidos varios tan terriblemente graves como masacres, formación de grupos al margen de la ley, corrupción y cohecho. Este año, alcanzó a estar “preso” casi un mes y fue tan virulenta la presión contra la Corte que en la primera oportunidad que le dieron de zafarse del problema los magistrados lo hicieron sin mayor remordimiento.

Aparte de los serios señalamientos hechos a Trump como evasor de impuestos, que reveló ya con cifras el New York Times hace menos de dos meses y que se refuerzan en su negativa a presentar sus declaraciones de patrimonio, también hay indicios de posibles financiamientos para él y su familia provenientes de Turquía, India y Filipinas, que significan todo un conflicto de intereses para un jefe de Estado. Pero, sobre todo, Trump le tiene mucho miedo a que, despojado de la inmunidad que da el poder, se llegue al fondo de la inquietante trama rusa. Con seguridad en el futuro, aunque quién sabe cuándo, se conocerá el calado y los alcances de su complicidad con Vladimir Putin.

Trump de expresidente es un problema enorme por toda la falta de escrúpulos que mostró en estos cuatro años, porque alcanzó a poner a dudar a su partido de si debería respaldarlo en esta aventura de desconocer los resultados de elecciones, pero sobre todo porque demostró que Estados Unidos, con todas sus reservas institucionales y morales, sigue siendo el terreno perfecto para perpetuar el imaginario de un eterno enemigo al acecho, que cambia de rostro con las décadas, pero que sigue empeñado en destruir su modo de vida, y que millones de ilusos e ignorantes están dispuestos a empeñar su libertad y su conciencia para proteger a aquel que consiguió venderse como la única posibilidad de contención.

Si Estados Unidos tuviera Sagrado Corazón, ya estarían poniéndole la cara de Donald para ambientar toda esta estrategia de mantenerlo fuera del alcance de la ley, y para soñar, como suele suceder con los Mesías, con su segunda venida a la tierra.

Y, de colofón, si todo falla, como parece haber empezado a fallar aquí, a pesar del trópico, el ron, la malaria y la peste del insomnio que deriva en el olvido, siempre existirá la opción de un heredero con el mismo ADN. Aquí, Tomás; allá, Donald junior.

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CarlosUribe(33105)30 de noviembre de 2020 - 07:22 p. m.
Ambos sátrapas, el de allá más inculto, pero el de acá más asesino
Miguel(63706)30 de noviembre de 2020 - 09:09 p. m.
Hay que dejar de hacerle el juego a la secta del CD con ese mal chiste de Tomás, porque damos pié para convertirnos en un Haití o una Nicaragua con sus Duvalier y Somozas, aquí con la dinastía Uribe, qué patético y peligroso !
Amadeo(14786)30 de noviembre de 2020 - 09:03 p. m.
En uso de la sacro santa libertad de expresión los columnistas de este diario, no vacilan en decir mentiras como cuando varios de ellos dijeron que eran 850 tropas gringas las que habían llegado al pais y no tuvieron la decencia de rectificar. De igual manera siguen irrespetando al Presidente llamándolo subpresidente y ahora este columnista le dice testaferro tontarrón. Perdieron la brújula.
shirley(13697)30 de noviembre de 2020 - 07:43 p. m.
¿Incoherente y parcializado el columnista?.Ni más faltaba.Tartufos y mediocres queriendo pasar por estadistas y gobernantes.Apelando a falsedades y atrocidades para exacerbar el instinto del miedo y temor en una población inmersa en la desigualdad y la ignorancia.Con prontuarios que harían sonrojar a cualquier "popeye" y gozando del poder para perpetuar su IMPUNIDAD ETERNA.Lo semejante se atrae.
  • Javier Dairo(17568)01 de diciembre de 2020 - 03:19 a. m.
    EXCELENTE, PRECISA Y CONTUNDENTE DENUNCIA No. obstante Conscientes de que estamos en tiempos de: La KGB,La Gestapo, El III Reich, o sea en LaCosaNostraColombiana del Exsenador y ExpresidarioAUV,toca ESPERAR, no salgan los: Tontos de Capirote Mal Pagos Operarios de la BODEGUITAFURIBESTIA a Insultar y tergiversar la OPINIÓN y COMENTARIOS cierto Señores del DEMOCRÁTICO FORO?.
Javier Dairo(17568)01 de diciembre de 2020 - 03:15 a. m.
Muy satisfactorio ver como LasUltraderrechas, van cayendo estruendosamente ante EL GRAN AVANCE INATAJABLE..., de LAS IZQUIERDAS MODERADAS, No. mas miremos como en los EE.UU, también cayeron y, lo mejor es que Gano, EL PETRISMO y, EL CASTROCHAVISMO!!!, soplan vientos de PROGRESO Y DESARROLLO, cierto amigos de este tan DEMOCRÀTICO FORO ?.
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