Duque en la cuerda floja y con el presupuesto de vara

Gonzalo Hernández
27 de noviembre de 2018 - 05:00 a. m.

Al presidente Duque le ha tocado un entorno de fuertes tensiones políticas, que lo hacen ver tambaleante. Llegó a la Presidencia con una agenda debilitada por la contienda electoral. No tiene ni unidad nacional, ni partido de gobierno que lo respalde con decisión en el Congreso. En lugar de eso, tiene oposiciones desde todos los frentes, incluso de algunos que respaldaron su candidatura.

Cuatro años pasan rápidamente. Sin reelección presidencial, las alianzas políticas del presidente son frágiles. Para muchos la campaña no terminó el 17 de junio con la segunda vuelta, y la oposición parece ser la mejor jugada para ubicarse bien en la carrera del 2022. A Duque –a diferencia de Uribe y de Santos– le toca un ambiente político en el que los retornos de hacer oposición son muy altos.

Por eso los vientos cruzados que sacuden al Gobierno funámbulo. Y por eso un Gobierno que se mete con los temas de presupuesto e impuestos en sus primeros meses de gestión, aunque se vea arriesgado y acelerado. Si no lo hace ahora, no tendrá mucho que mostrar en lo que queda de gobierno.

El Gobierno busca manejar las tensiones políticas con gasto social, sin afectar el gasto en defensa. Los seis sectores más importantes del presupuesto general de la nación suman cerca de $163 billones –63 por ciento del presupuesto total– así: Educación ($41,5 billones), Defensa y Policía ($33,4 billones), Salud y Protección Social ($32,3 billones), Trabajo ($28,6 billones), Hacienda ($15 billones), e Inclusión Social y Reconciliación ($11,8 billones). Y de estos rubros, sobresalen los incrementos –frente a 2018– en Salud y Protección Social ($7,7 billones), Educación ($4 billones) y Defensa y Policía ($2,1 billones).

Bien por los aumentos en salud y educación. Más difícil de justificar es el aumento en Defensa y Policía. Obviamente los problemas de la seguridad nacional no han terminado, pero, ¿se necesita un incremento de 6,6 por ciento cuando pueden reasignarse recursos que antes atendían un conflicto armado intenso? No es hora de desmontar la capacidad militar del Estado; sin embargo, sí debería demandarse un plan claro de reorganización y mejoras de eficiencia en ese sector, en particular en momentos de apretón presupuestal. Al sector de Defensa y Policía podría dejársele un aumento de $1 billón, en lugar de $2,1 billones. Eso significaría un crecimiento nominal de 3 por ciento, sin crecimiento en términos reales. Como dije en una columna pasada: “Hoy el beneficio social adicional de un peso en educación y ciencia es mayor al de un peso adicional para la Fuerza Pública”.

Ante la incertidumbre sobre las condiciones finales de la reforma tributaria y la caída de los precios del petróleo, se dará inicio a la discusión sobre cuáles rubros tendrán que asumir recortes sustanciales, a menos, por supuesto, que se vayan por el camino de más deuda o de la venta de Ecopetrol –en sacrificio de la retórica inicial de austeridad y disciplina fiscal–. Aunque todos los sectores son importantes, está claro que hoy la prioridad debe estar en la educación y la salud. Y en ese sentido el presidente Duque ha mostrado hasta ahora una intención clara con el presupuesto. ¿La mantendrá si llega la presión de los recortes?

Coletilla. El efecto simbólico de la disminución de los salarios de los altos funcionarios del Estado ayudaría a que los contribuyentes acepten las nuevas cargas que tendrán que pagar. ¿Todos ponen, no?

* Profesor asociado de Economía y director de Investigación de la Pontificia Universidad Javeriana (http://www.javeriana.edu.co/blogs/gonzalohernandez/).

 

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