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“Echeverrísimos”

Tatiana Acevedo Guerrero
30 de agosto de 2020 - 05:00 a. m.

Esta semana distintos medios nos recordaron que en la agencia Du Brands, con un contrato por $3.500 millones para posicionar la imagen presidencial (experta en fiestas, llaveros, bombas y entrega de dinero sin interés), trabaja Emanuel Echeverri, hijo del gerente de la campaña del presidente Duque, Luigi Echeverri. Este último es hijo de Fabio Echeverri Correa, presidente de la Asociación Nacional de Industriales (ANDI) por muchos años, gerente de las campañas presidenciales de Álvaro Uribe y su representante en juntas directivas varias. Hoy Echeverri, no Emanuel ni Fabio sino Luigi, representa a Duque en las juntas directivas de Ecopetrol y la Cámara de Comercio de Bogotá. Cuenta un perfil que esta es una estirpe de hombres machorros. “Luigi es de un carácter fuerte, como el de su padre”, se dice. “Y como su voz es recia, a muchos les parece que anda regañando o enojado”. Se nos cuenta también que el mentado gerente es preso de una obsesión con la Guerra Fría y se desvive por frenar una supuesta alianza entre Juan Manuel Santos y “Raúl (Castro) y sus generales”.

Aunque, según la prensa, no es muy dado a dar entrevistas, en ocasiones coge rabia y escribe extensos comunicados. A veces arremete contra sus propios colegas dirigentes gremiales por haber apoyado el proceso de paz a través del gobierno de Santos. El “gobiernismo gremial —afirma— rayó en la lambonería y el temor de muchos a un gobierno que no se paró en pelo para desplegar las acciones de toda su extensa batería lacaya, compuesta por sabuesos de muy diversa especialidad”. De acuerdo con un artículo de La Silla Vacía en que se entrevista de manera anónima a varios directivos, hay divisiones en el mundo empresarial, pues varios no se sienten identificados con Luigi. Sus ideas sobre el castrochavismo parecen “guerristas” y aunque muchos lo toleran, “no le copian”.

Estas rencillas ideológicas entre élites económicas no son, como podría pensarse, nada nuevo. Históricamente, las élites económicas han sido políticamente heterogéneas. Aunque es difícil pensar en industriales y terratenientes como grupos separados, pues siguen estando muy emparentados, varios grupos abanderaron intereses diferentes, según el respectivo contexto histórico y regional. Los gremios predicaban por aparte en cuestiones partidistas. Desde 1942 y durante el período de la Violencia, el presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC) fue el liberal Alfonso López Pumarejo. Durante la misma época la Federación Nacional de Cafeteros y la ANDI tenían vínculos entrañables con el Partido Conservador.

Sin embargo, por muchas diferencias que tuvieran, a todos los actores económicos les convino, en alguna medida, la confrontación armada de los años 50 y 60. Tal como lo han documentado varios historiadores, en Colombia el conflicto armado ha coincidido con el crecimiento económico y con las bonanzas entre los que ya estaban acomodados. A lo largo de la violencia de la primera mitad del siglo XX, las élites económicas con filiaciones a ambos partidos se hicieron a importantes beneficios. Como nos lo explica el profesor Eduardo Sáenz Rovner, la violencia partidista de los 50, desbocada por la intransigencia del conservadurismo de derecha y el letargo entre la cúpula del liberalismo, puede ser leída como parte de una “ofensiva empresarial”.

Otra de las similitudes entre élites económicas es que, no obstante sus posibles matices políticos, reaccionan de manera parecida frente a iniciativas subversivas. Ante las andanadas guerrilleras a partir de los 60, los grupos económicos a escala nacional y regional prefirieron recurrir a formas privadas de seguridad (y violencia) en lugar de pagar impuestos que derivarían en redistribución y servicios públicos como la seguridad. Algunas veces dichas élites aceptaron pagar ciertos tributos, pero son muchísimos los casos en que, de manera tácita o explícita, apoyaron (e incluso crearon) iniciativas de seguridad privada paraestatal. Este fenómeno puede ser descrito en las famosas palabras del mismísimo Fabio Echeverri: “El país va mal, pero la economía va bien”.

 

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