El Acuerdo de Paz no ha sido un foco de discusión durante la campaña electoral y eso es una gran noticia. Después de cuatro años de profunda ambivalencia por parte del gobierno de Iván Duque, lo que ha llevado a cumplimientos a medias y estancamientos que afectan la seguridad de todos los colombianos, parece haber consenso entre los candidatos presidenciales sobre la importancia de respaldar lo pactado y acelerar la implementación de las promesas prorrogadas. Así debe ser. La paz es la apuesta nacional que, con el impulso correcto desde la Presidencia y el Congreso, puede generar consensos básicos que nos ayuden a unirnos en un momento de alta tensión para el país.
Hablando con Colombia+20 de El Espectador, Carlos Ruiz Massieu, jefe de la Misión de Verificación de la Organización de las Naciones Unidas, dio un diagnóstico preocupante y alentador. La angustia es porque todavía estamos lejos de cumplir con las promesas esenciales de lo pactado y eso se ve en la violencia que sigue en el país. La esperanza es porque el mundo entero, desde el Consejo de Seguridad hasta la comunidad internacional, está dispuesto a seguirle apostando a la implementación de lo pactado. Por eso Colombia debería dejar de perder tiempo y convertir el Acuerdo de Paz en el centro de todas las acciones del Estado.
La buena noticia es que nuestro país y sus necesidades de cumplimiento del Acuerdo están sobrediagnosticados. Sabemos en qué estamos fallando y cómo solucionarlo. Por eso Massieu dice que “es necesario que (los candidatos presidenciales) se comprometan con la reforma rural integral, la reforma política, el programa de sustitución de cultivos y la presencia integral del Estado para garantizar la seguridad en los territorios”. Estamos de acuerdo. No solo porque es necesario cumplir con la palabra empeñada, sino porque hemos visto que la violencia crece allí donde el Estado no ha podido hacer presencia contundente.
El jefe de la Misión de Verificación de la ONU pone el caso de Putumayo como uno paradigmático, pues “representa, en un ejemplo trágico, todo lo que está pendiente del Acuerdo de Paz: el reto de llevar la presencia integral del Estado al territorio, la necesidad de seguir incrementando los programas sociales y la institucionalidad civil, para seguir atacando las causas del conflicto. Y no es solo el Putumayo, representa otras zonas del país con presencia de grupos armados, de economías ilícitas, partes del Acuerdo que todavía falta fortalecer, como el PNIS”.
Entonces, por donde se le mire, apostarle a la paz, al cumplimiento de lo pactado, a respaldar a la justicia transicional y a seguir abriendo caminos de negociación con los que aún siguen armados y en la ilegalidad es una buena estrategia. Después de que en las elecciones de hace cuatro años hubo casi que un nuevo plebiscito sobre el Acuerdo de Paz, es refrescante que los candidatos con más opciones ven la importancia de lo pactado y se han comprometido. El reto será, gane quien gane, que no se deje a un lado la implementación.
Nos quedamos con la esperanza que propone Massieu, pues “Colombia ha logrado cosas que son impensables en otros procesos, como tener a una exguerrilla que reconoce, a los pocos años, haber cometido crímenes de guerra y de lesa humanidad. Eso es algo inédito”. No desaprovechemos la oportunidad de construir consenso por la paz.
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