También era hora ya de recibir un gesto, al menos uno, de que las Farc guardan aún un mínimo recuerdo de lo que es el respeto por la vida y la libertad. Por eso, antes de los análisis, las segundas lecturas o la búsqueda de ganadores y perdedores, lo que el momento exige es celebrar la inminente liberación de Clara Rojas, de su hijo Emmanuel y de Consuelo González de Perdomo.
El regreso a la libertad de estos tres secuestrados es muestra fehaciente de que cuando las vanidades se aplacan y se pone por delante el sentido humanitario ante los demás intereses que también están en juego, es posible llegar a puntos de encuentro que permitan aliviar la tragedia que toca a tantas familias en este conflicto absurdo. El presidente Chávez, a pesar del desplante de hace unas semanas, abandonó su verborrea ofensiva y barata para utilizar los canales de la diplomacia en su exposición de la propuesta a Colombia. El presidente Uribe aceptó de manera rápida y sin obstáculos la “caravana humanitaria”, pese a la evidente molestia que le produce el protagonismo de su homólogo. Y, por fin en años, se ha obtenido un resultado positivo.
Pero muy parcial, pues son 776 las personas que, según cifras de País Libre, siguen cautivas de las Farc. Esta liberación, entonces, no será más que un acto simbólico y propagandístico si no constituye el punto de partida hacia el acuerdo humanitario que permita la libertad de todos ellos e, incluso, la puerta de entrada a la búsqueda de una salida negociada a nuestro conflicto.
No resulta descabellado pensar que pueda serlo. Es innegable que la presión internacional ha sido vital para que Chávez, Uribe y las Farc hayan abierto esta puerta de esperanza. Y los gobiernos de Argentina, Francia, Cuba, Ecuador, Bolivia, Brasil y la misma Venezuela, cuya participación ha sido central para llegar al resultado que hoy celebramos, no van a declarar cumplida su misión con la sola liberación de estos tres secuestrados.
“Chávez está empeñado en conversar con el secretariado de las Farc (...), para discutir en profundidad una salida política al conflicto de Colombia”, dijo el vicecanciller para Latinoamérica y el Caribe del país vecino, Rodolfo Sanz. “Este será el primer paso de un largo camino para resolver los problemas de los rehenes, que son muchos, y para encontrar una solución para este conflicto que aflige a Colombia”, dijo el asesor de la Presidencia brasileña para asuntos internacionales, Marco Aurelio García. “Francia está determinada a obrar incansablemente, junto con sus colegas, en la liberación de todos los rehenes”, dijo el comunicado de la Cancillería francesa. Nadie en la comunidad internacional parece dispuesto a conformarse con lo alcanzado y, antes bien, sus aspiraciones son de resultados grandes.
Con todo, tampoco hay que llamarse a engaños por este primer baño de ilusión después de tantos años de desasosiego. El camino es largo y Xtortuoso y son muchos los intereses que hay en juego. Pero si se avanza por el sendero de la prudencia y de poner la vida y la libertad por encima de cualquier otra consideración, el tránsito puede resultar en el futuro menos Xescabroso que hasta ahora. Ojalá que así sea. La felicidad que hoy sienten los familiares de Clara, Emmanuel y Consuelo debe llegar a las cientos de familias que han compartido con ellos la tortura del secuestro de sus seres queridos. Ninguna excusa es válida para cerrar de nuevo la puerta de la esperanza.