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Celebramos que el Congreso de la República haya declarado Patrimonio Cultural de la Nación al Cartagena Festival Internacional de Música. A lo largo de 17 años de trabajo arduo, disciplinado y riguroso, el festival se convirtió en un referente para Colombia y el mundo, y es una pieza importante en la estrategia de fomento de la música en el país. Después de un largo proceso legislativo, los congresistas reconocieron que apostarle a la música y la cultura es una inversión que da frutos. De la mano de los proyectos de la Fundación Salvi, que está a cargo del festival, la Ley 2340 de 2023 quiere fomentar intervenciones allí donde hay pocas oportunidades de establecer proyectos de vida con base en la creatividad. Nos parece una decisión con alta carga simbólica que, esperamos, garantizará la sostenibilidad en el tiempo de un evento esencial.
El Espectador ha sido socio mediático del Cartagena Festival Internacional de Música porque hemos podido ver de cerca el valor del trabajo que se realiza. Año tras año, a la capital de Bolívar llegan los mejores músicos del mundo y comparten escenario con artistas colombianos, que tienen una oportunidad histórica para mostrar su talento. En un mundo que cada vez más se aleja de la música que no responde a las lógicas del mercado del entretenimiento, el festival es un acto de fe y rebeldía, una apuesta por los instrumentos y las composiciones que merecen espacios amplios de difusión. Por eso el Congreso tiene razón en catalogarlo patrimonio cultural: en cada concierto se abre un mundo de posibilidades para quienes escuchan, para quienes interpretan y para la sociedad que se une en torno a la música.
Lo más importante de la nueva ley es la democratización del acceso a la cultura. El Congreso reconoce que el festival es una “actividad de formación musical, circulación de música, de acceso ciudadano a este género artístico y espacio de encuentro cultural”. Por eso, pide la adjudicación de recursos para establecer una Cátedra Salvi de Lutería de instrumentos sinfónicos y tradicionales en varias ciudades del país, así como la utilización del Bono Cultura para que las personas con menos recursos puedan acceder a la programación del festival. Los trabajos de lutería en los barrios con menos recursos de Bolívar han sido una de las principales apuestas del festival y contar con recursos para replicarlas, así como para facilitar el acceso a los conciertos, permitirá que haya más participación.
Julia Salvi, presidenta de la Fundación Salvi, dijo que el objetivo del festival siempre ha sido “la construcción de una convivencia pacífica y el desarrollo humano de los colombianos a través de las artes”. Por eso, ante la noticia, dijo que se trata de “un reconocimiento de gran valor histórico y simbólico que nos llena de orgullo y nos alienta para continuar con mayor compromiso. Hoy tenemos aún más convicción en la música y la cultura como centros de la vida”. Desde El Espectador nos unimos a esa convicción.
Queda ahora disfrutar de este patrimonio cultural. Del 5 al 13 de enero de 2024, con un énfasis en compositores nórdicos y sus influencias, más la presencia de músicos colombianos, el festival promete “un poco de consuelo y alimento en torno a la cultura”. No lo podemos desaprovechar.
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