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Hace unos días comentábamos que la tragedia de los jóvenes en el país es que uno de cada tres de ellos no puede estudiar ni trabajar. Según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), entre enero y marzo de este año estos tenían una tasa de desempleo del 24 %. Eso empeora al mirar a las mujeres, las más afectadas de lejos por esta crisis y quienes tienen una tasa de desempleo juvenil del 31,3 %. Cuando se pregunta, no sin algo de mala intención, por qué hay tanto joven en las calles durante el paro nacional, esta es parte de la respuesta: no hay oportunidades y el país está dejando atrás a toda una generación.
En ese marco, el Gobierno Nacional anunció un programa que va en la dirección correcta. Sumado a la matrícula cero en las universidades para estratos uno, dos y tres, a partir del próximo 1° de julio iniciará un subsidio a las empresas que contraten a jóvenes entre 18 y 28 años. El Gobierno pagará un 25 % del salario mínimo mensual, es decir, un monto de $227.000. En el comunicado que anuncia la medida, la administración de Iván Duque explicó que con eso espera cubrir “prácticamente los costos de la seguridad social”. La medida durará un año con la promesa pendiente de trabajar en el Congreso de la República para hacerla más duradera.
Según el ministro de Trabajo, Ángel Custodio Cabrera, “esto lo veníamos analizando hace un año. Los jóvenes pierden sus puestos de trabajo o no se les dan las oportunidades; por eso se anunció la creación de 500.000 posibilidades de trabajo, de subsidiar el empleo, que fue lo que siempre nos pidieron jóvenes, gremios, de la izquierda, de la derecha”. Tiene razón: hay consenso político sobre la necesidad de atacar el desempleo en los jóvenes. Ahí no debería haber mayor discusión.
Se trata de una medida rápida, que le costará al Estado $90.000 millones al mes, pero que es necesaria en medio de la coyuntura. El gran interrogante es si las empresas, golpeadas por la crisis económica, saldrán a aprovecharlo para empezar a reducir la tasa de desempleo. Los subsidios a las nóminas han sido cuestionados recientemente por economistas que sienten que no son la manera más efectiva de enfrentar la crisis, pues sus efectos tardan tiempo en verse.
La conversación, por supuesto, debe continuar. Tenemos una crisis de empleo que continúa y que afecta de manera desproporcionada a los jóvenes y más aún a las mujeres jóvenes. Una observación importante es que muchas de las apuestas del Estado para enfrentar la pandemia han favorecido sectores económicos donde los hombres son más contratados. Las cifras lo comprueban: hablando de la población en general, en marzo una mujer perdió el empleo por cada cuatro hombres que lo recuperaron.
Hay propuestas que el Ejecutivo y el Congreso deberían tener en cuenta. ¿Por qué no adoptar un plan de empleo de emergencia que sea financiado con obras públicas? Algo similar se ha propuesto en otros países, como en el plan de infraestructura que busca aprobar el presidente estadounidense, Joe Biden. Invertir los recursos de los colombianos en los próximos años en obras públicas que generen empleos es una buena manera de mostrar resultados rápidos.
Mientras tanto, son bienvenidos los anuncios del Gobierno. Colombia necesita seguir respondiendo a la crisis con ambición y rapidez.
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