Si por el aeropuerto internacional El Dorado de Bogotá pasan personas de todas las creencias religiosas, ¿por qué hasta ahora solo había un espacio dedicado de manera exclusiva a los católicos? ¿Acaso no es Colombia un país donde todas las religiones son respetadas y protegidas por la Constitución? ¿No hemos, quizás, aprendido a vivir con la diversidad de fes que hay en el país? La indignación que ha causado en redes sociales y en la misma Iglesia católica la modificación del oratorio del aeropuerto demuestra una innecesaria hostilidad hacia la oferta diversa de espacios de reflexión religiosa.
La concesionaria administradora de El Dorado, Opain, anunció que “pensando en todos nuestros pasajeros y sus diferentes creencias, estamos adecuando el oratorio para que sea un espacio de reflexión neutral, como funciona en muchos aeropuertos del mundo. Esta es una decisión de Opain, para ofrecer un mejor servicio que incluya a todos los viajeros y comunidad aeroportuaria. En los próximos días será nuevamente habilitado como un espacio en donde serán bienvenidas todas las religiones”. Tiene sentido: no solo por los colombianos de otras creencias que pasan por el aeropuerto, sino por las personas de todos los países que a diario comparten ese espacio. De hecho, es extraño que apenas ahora se haya tomado esta decisión: ¿por qué tardamos tanto?
Sin embargo, no todos recibieron bien la noticia. Hablando con Mañanas Blu de Blu Radio, monseñor Juan Vicente Córdoba, obispo de la Diócesis de Fontibón, se lamentó porque los “sacaron”. También dijo: “Teníamos un convenio con ellos hasta el año 2037, aunque entiendo que era una bondad de Opain. No teníamos un contrato de arrendamiento, era de buena voluntad. Acepto que ellos puedan hacerlo, pero sí decimos: lástima que no nos permitan tener las 24 horas de servicio. (...) De 11:00 a 12:00 estaremos celebrando la misa, pero se acaba la atención de las 24 horas”.
En redes sociales las reacciones fueron más agresivas, acusando al presidente Gustavo Petro de una supuesta incidencia y hablando de un ataque a la religión. Sobre lo primero, también en Blu Radio, Opain fue claro: “Es una decisión absolutamente del concesionario”. Sobre lo segundo, es extraño que se vea como un ataque una decisión que lo que busca es fomentar el reconocimiento de todas las religiones. No se está negando la importancia de la católica, que seguirá con su espacio de misa, sino que se acepta que hay otras creencias y que a todas las personas les sirve tener un espacio de reflexión.
Que el oratorio haya tenido durante tantos años un servicio de 24 horas dedicado al catolicismo es reconocimiento de la importancia de esa iglesia y de cómo esa religión sigue siendo mayoritaria en Colombia. Pero, a la vista de la diversidad del país, no tenía ningún sentido mantener la exclusión de otras creencias. Los espacios comunitarios no pueden privilegiar una religión sobre las demás, menos uno de tránsito que es utilizado por personas de tan variados contextos. Adicionalmente, es una medida que toman todos los aeropuertos del mundo para ser espacios más amables con el viajero. Colombia se estaba quedando atrás por un privilegio innecesario. Ya era hora del cambio.
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