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Con dos anuncios recientes sobre movilidad, el alcalde distrital, Carlos Fernando Galán, empieza a marcar distancia de su antecesora y a buscar definir su legado. Revocar la licitación de los tramos pendientes del Corredor Verde por la carrera séptima y las noticias sobre los atrasos en obras importantes para la capital por culpa de una desfinanciación que viene desde la administración de Claudia López muestran que el burgomaestre está en búsqueda de controlar la narrativa. Lo que definirá el éxito o fracaso de su estrategia es que comprenda que los bogotanos están cansados del estancamiento: es momento de ejecutar, ejecutar y ejecutar.
El director del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), Orlando Molano, explicó que las obras de la avenida 68 no se entregarán en 2025, como estaba previsto, sino en 2027. Esto en el marco de un descubrimiento más preocupante: el Distrito encontró desfinanciamiento, mientras la ciudad tiene 480 frentes de obra en funciones. El alcalde Galán dijo que esto se debe a una inconsistencia con los datos que la administración López compartió en el empalme. Aunque inicialmente pensaban que el IDU tenía una desfinanciación de $600.000 millones, el mandatario explicó que, “cuando revisamos a fondo, nos encontramos con que esas no eran las cifras, la cifra real era de cerca de $2 billones los recursos que faltaban para poder terminar las obras ya contratadas en Bogotá, incluida esta de la avenida 68”. En el caso particular de la avenida 68, hacían falta $434.000 millones. Un lío para las finanzas de una capital que de por sí ya está apretada desde la pandemia.
De la mano con ese anuncio, el IDU decidió revocar la licitación de los tramos 1 y 2 del Corredor Verde de la carrera séptima entre las calles 24 y 99. La razón es práctica, pero esconde una apuesta ideológica y política. En palabras de la Secretaría de Movilidad: “Bajo las condiciones actuales, la construcción del tramo central de la carrera séptima generaría impactos en la movilidad del borde oriental que podrían resultar en reducciones de la velocidad en algunos corredores del sector hasta de un 41 % y los tiempos de viaje podrían aumentar hasta un 25 % para quienes usan transporte privado y un 34 % para quienes usan transporte público”. Esto por las intervenciones que se hacen en la Caracas. El alcalde Galán ya había anunciado esta situación hace más de un mes, cuando dijo que “es inviable hacer una obra en la séptima mientras se avanza con el metro, esto colapsaría la movilidad de Bogotá”. Viendo los atrasos que comentamos, la posición tiene sentido.
Sin embargo, no pasa desapercibida la distancia que marca el actual alcalde con uno de los proyectos insignias de la exalcaldesa López, que pasó el último año de su gobierno en disputas políticas por dejar contratado el Corredor Verde. Aunque se veía venir desde la campaña, ahora la gran pregunta abierta para el Distrito es qué hará con la séptima. No puede pasar otra administración sin que, por lo menos, haya contratos sobre un plan claro de intervención. Estos tres años que restan deben ser de mostrar resultados y sentar la base para las obras del futuro a mediano plazo. Mientras tanto, el alcalde puede empezar con medidas cosméticas pero necesarias, como mejorar la limpieza de la séptima y las vías principales de la ciudad, así como identificar dónde se puede mejorar la experiencia para los peatones. Que Bogotá esté en obra no significa que se encuentre paralizada.
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