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Bukele y cuando las dictaduras dejan de importar


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03 de junio de 2024 - 05:00 a. m.
Nayib Bukele se saltó la Constitución de El Salvador para quedarse cinco años más en el poder, pero a pocos pareció importarles.
Nayib Bukele se saltó la Constitución de El Salvador para quedarse cinco años más en el poder, pero a pocos pareció importarles.
Foto: AFP - MARVIN RECINOS
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Nayib Bukele se acaba de posesionar como presidente de El Salvador por segunda vez, a pesar de que la reelección inmediata está prohibida por la Constitución de ese país. Para lograrlo, hizo una maroma en la que fingió abandonar el poder seis meses antes de las elecciones, aunque de facto seguía al mando. En todo caso, no tenía de qué preocuparse: la Corte Suprema de Justicia de El Salvador, que él armó con fieles a su causa, apoyó sin reparos todo lo que hizo. Hoy el caudillo cuenta con el respaldo irrestricto de la Rama Judicial, la Rama Legislativa y las Fuerzas Armadas, a las que inyectó con recursos los últimos cinco años. Lo más importante es que su índice de popularidad sigue por los cielos, tanto dentro de su país como en el resto de América. La pregunta de fondo es existencial para quienes defienden los Estados de derecho: ¿importa acaso la democracia cuando la inseguridad vuelve invivibles los países?

Lo de Bukele se veía venir desde que llegó a la Presidencia. Esta historia ya la conocemos: un caudillo elocuente aprovecha su popularidad para desarmar progresivamente la institucionalidad que puede hacer contrapeso a sus caprichos. Todo se le permite a cambio de que muestre resultados. Para El Salvador, que llevaba años a merced de la violencia de las pandillas, la promesa de un alivio representaba un entendible incentivo para perdonar cualquier extralimitación presidencial. No han importado las denuncias de violaciones a los derechos humanos ni la preocupación constante por los abusos de las autoridades; las personas agradecen la seguridad.

En la posesión presidencial, Bukele puso a jurar a quienes asistieron. Esto fue lo que les hizo repetir: “Juramos defender incondicionalmente nuestro proyecto de nación, siguiendo al pie de la letra cada uno de los pasos, sin quejarnos. Y juramos nunca escuchar a los enemigos del pueblo”. El simbolismo, claro, es poco sutil.

El Faro, medio independiente que ha denunciado a Bukele todos estos años y ha tenido que sufrir la persecución estatal, es claro en un editorial. Todos los elementos de la dictadura están presentes, argumentan, y pasan a listarlos: “Control de los tres poderes del Estado, nula rendición de cuentas y ocultamiento de información pública, utilización política de los cuerpos de seguridad y del aparato judicial, persecución a la oposición y a las voces críticas, presos políticos, torturas sistemáticas en las cárceles, ausencia de Estado de derecho, demanda de pleitesía por parte de Bukele y una convicción creciente por parte de la población de que es necesario suplicar en la redes sociales a Bukele para obtener un favor”. ¿Por qué no parece importarles a los salvadoreños?

Esa pregunta es existencial no solo para El Salvador, sino para el proyecto democrático global. Aumentan los líderes que ofrecen “respuestas” a cambio de zafarse de la institucionalidad y los ciudadanos, cansados de la falta de respuestas, aceptan ceder sus derechos. Si las democracias no dan soluciones a las preocupaciones de las personas, el autoritarismo y el populismo tienen vía libre. Los ecos de Bukele en Colombia y el resto del continente son una señal de alerta: ¿es ese el futuro que nos depara la frustración nacional?

¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.

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JOSE(m0hfi)11 de junio de 2024 - 05:25 p. m.
Derechos Humanos para los delincuentes, claro, las ONG estan todas clamando por ellos y para la mayoria de la gente de bien, donde estan los famosos Derechos Humanos?
Rolf(45879)06 de junio de 2024 - 10:13 p. m.
En la Alemania años antes del ascenso al poder de los nazis los pardos también fueron muy populares y barrieron en muchas elecciones porque prometían "tranquilidad", "orden" , progreso, y combatir al enemigo culpable de todos sus males. La similitud con el Salvador y otros nostálgicos y cándidos creyentes es evidente. Mensajes simples pero impactantes y poca argumentación es la norma.Los resultados son predecibles y conocidos. Dios nos salve de aquellos que pretenden "salvar la patria".
Daniel(25064)04 de junio de 2024 - 04:34 p. m.
el mensaje que da el espectador es que en Colombia nos puede pasar algo con un dictador, la respuesta es que luchamos en democracia , y no nos amedrentamos por subliminales mensajes.
HENRY(24594)04 de junio de 2024 - 04:23 p. m.
Algo parecido con la reelección comprada y antidemocratica del señor de los falsos positivos es pura coincidencia.
  • Daniel(25064)04 de junio de 2024 - 04:35 p. m.
    así es mi viejo Henry
Edgard(ep99g)04 de junio de 2024 - 01:53 p. m.
Si Bukele no soluciona los problemas sociales de fondo ese pais no saldra de depender del el... Bukele lo sabe y eso se asegura que se atornille en el poder. Uribe lo hizo y los Colombianos supimos identificar.. aunque tarde el dano que estos criminales hacen a las instituciones. El otro dano, aun peor, es que nosotros carecemos de educacion para ejercer la democracia en pleno y de medios de subsistencia autonomos para no creer en salvadores populistas.
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