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Canadá ha dado un respaldo contundente a su independencia como Estado al elegir al líder del Partido Liberal, Mark Carney, quien logró en mes y medio revertir lo que se preveía como un amplio triunfo del Partido Conservador. Frente a las amenazas anexionistas de Donald Trump y la imposición de elevados aranceles a varios de sus productos de exportación a Estados Unidos, su principal socio comercial, el electorado apoyó mayoritariamente a quien consideró el más idóneo para enfrentar las bravuconadas del vecino.
Carney, un economista que había sido director de los bancos centrales de Inglaterra y de Canadá, indicó que cuando dialogue con Donald Trump lo hará “para discutir la futura economía y la relación de seguridad entre dos naciones soberanas”. También mencionó que su país tenía muchas más opciones, socios y aliados en otras partes del mundo, comenzando por Europa y Asia. “Trump está intentando quebrarnos, pero eso nunca, nunca sucederá”, dijo. Su triunfo ha sido observado con detenimiento en otros países, donde partidos que defienden una forma liberal de entender la democracia se enfrentan a partidos de ultraderecha que siguen el discurso nacionalista y populista del mandatario republicano.
La inédita situación que se presentó para Canadá en los últimos tres meses es compleja. Desde 1945 los dos países habían sido socios inseparables. El 75 % de las exportaciones canadienses iban al mercado de Estados Unidos y en política internacional asumían posiciones similares. Desde el día en que asumió el poder, Trump atacó a México y a Canadá e impuso aranceles del 25 % a los carros, el acero y el aluminio provenientes de dichos países. También mencionó, en reiteradas ocasiones, su deseo de anexar el país y convertirlo en el Estado 51º de la Unión. El entonces primer ministro, Justin Trudeau, se retiró ante la muy baja aceptación pública, y lo reemplazó, mientras se llevaban a cabo elecciones parlamentarias, Mark Carney. En ese momento, febrero, las encuestas les daban a los conservadores cerca de 25 puntos de ventaja sobre los liberales. Su líder, Pierre Poilievre, se había presentado como el Donald Tump canadiense y su popularidad continuaba en ascenso. Poilievre perdió ahora su curul en el parlamento.
El resultado de las elecciones demostró que los electores se decantaron por el voto útil y le endosaron su apoyo a quien consideraron el mejor defensor de la identidad y el respeto por la integridad de su país. Carney se impuso con un 43 % de los votos, pero no tendrá mayoría absoluta en el Parlamento, por lo cual negociará el apoyo del Bloque quebequés o el de los socialdemócratas. El primer ministro electo recordó que él había advertido sobre la forma en que el país vecino quería la tierra, los recursos naturales y el agua canadienses. Como reacción, Carney ya anunció una serie de medidas que serán adoptadas el Día de Canadá, el 1.° de julio, cuando pondrá a consideración un nuevo presupuesto, donde se incluye una rebaja de los impuestos a la clase media y un mayor impulso al comercio entre las provincias, eliminando algunas de las medidas federales en vigencia. Además, deberá cumplir lo prometido en campaña para que los ingresos por aranceles que se pongan a los productos del país vecino vayan a los trabajadores perjudicados por la guerra comercial.
En adelante, Mark Carney deberá redefinir a Canadá no solo en los aspectos internos, sino en su dimensión internacional. Junto a la independencia, la cohesión nacional y la unidad, a las que ha invitado a todos los canadienses, ha dicho que gobernará “con todos los partidos y todos los territorios”, con una especial alusión a los millones de personas que han llegado al país en los últimos diez años. Esperamos que no confunda su mandato como un cheque en blanco a los liberales: su partido casi pierde el poder por reclamos que deben ser atendidos si las democracias tienen esperanza de detener el populismo.
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