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Capriles vs. Chávez

El fin de semana anterior se inscribieron oficialmente los dos candidatos que disputarán la Presidencia de Venezuela el próximo 7 de octubre.

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El Espectador
12 de junio de 2012 - 11:00 p. m.
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Contra las especulaciones pesimistas, un Hugo Chávez de tono enérgico, aunque reposado en lo físico, anunció seis años más de socialismo para “traspasar el horizonte del no retorno”. Su contrincante, Henrique Capriles, movilizó también a sus simpatizantes con un discurso moderno y de unidad. Las cartas están echadas.

El actual presidente ha sido definido en muchas ocasiones como un formidable candidato que se bate en la plaza pública como un titán, lo que ha llevado a que se diga que lo hace mucho mejor como candidato que como mandatario. Hasta el momento ha salido airoso de tres procesos electorales, en 1998, 2000 y 2006. Con un discurso marcadamente populista y con un lenguaje dicharachero que lo conecta muy bien con sus bases electorales, Chávez cautiva mediante la oferta de promesas que poco se cumplen. Pero son, al fin y al cabo, promesas que caen en terreno fértil, es decir, dentro de un electorado que se beneficia temporalmente del asistencialismo del Estado y que se alimenta de la esperanza de lo que vendrá.

El puntal principal de su popularidad ha sido el de llegar, a través de las llamadas Misiones, a los millones de personas que estuvieron por fuera de los beneficios petroleros. Con el alto precio que lo ha acompañando en su principal producto de exportación desde 1999, Chávez ha utilizado los petrodólares no para “sembrar el petróleo”, como sabiamente lo aconsejara en su momento Rómulo Betancourt, sino para afianzar un paternalismo asistencialista que, de momento, ha logrado mejoras indudables en los principales indicadores de vida de los venezolanos de más escasos recursos. Sin embargo, este bienestar es temporal y está amarrado a la incierta suerte de los precios del petróleo.

Mientras tanto, el incremento de la inseguridad ha llevado el número de muertos, según cifras oficiales, de 25 al inicio de su mandato a unos 48 por cada cien mil habitantes. Capriles afirma que en realidad llegan a 64 en la actualidad. De igual manera la corrupción, la improvisación y los crecientes problemas de penetración del narcotráfico han contribuido a que los índices de popularidad ya no sean los elevados de unos años atrás, aunque hay que reconocer que a pesar del desgaste de trece años en el poder, el mandatario mantiene un 50% de intención de voto, cifra para nada despreciable.

Del otro lado está Henrique Capriles, joven, con aire de tecnócrata renovador y quien hasta el momento ha demostrado capacidad, eficiencia e integridad en los diversos cargos públicos que ha desempeñado. Llegó a ser el líder de la oposición luego de un proceso que promovió la llamada Mesa de Unidad Democrática (MUD), que con un trabajo de filigrana logró amarrar a todas las fuerzas antichavistas representadas por 33 organizaciones y movimientos políticos que pasan de un extremo al otro del espectro político. Hasta el momento la organización les ha demostrado a los opositores radicales que el golpismo, los paros o el abstencionismo no tenían futuro y optaron por el sensato camino de la lucha democrática. Sus últimos resultados electorales para la Asamblea Nacional o los cargos de elección popular a nivel regional muestran un creciente aumento de su apoyo. Sin embargo, el mismo oscila hoy entre el 35% y el 45%, según las diversas encuestas publicadas hasta ahora.

Con este escenario son varias las preguntas que surgen: ¿Qué tan grave es el problema de salud del presidente, pues fuera de sus propias y vagas informaciones el mismo se mantiene como secreto de estado? Si Hugo Chávez resultara electo, ¿podrá gobernar o dejaría el poder en manos de un sucesor? ¿Quién? ¿Logrará calar el mensaje de Capriles de “Seguridad para todos; Educación contra la violencia; y Empleo, empleo y más empleo”? Venezuela entra a cuatro intensos meses que irán aclarando las dudas y le permitirán escoger entre la continuidad y el cambio.

Por El Espectador

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