Hace 50 años la historia de las personas lesbianas, gais, bisexuales y trans (LGBT) en Estados Unidos cambió para siempre. Los efectos se sintieron en todo el mundo, pues fue evidente el fortalecimiento de un movimiento que lleva todas estas décadas con una exigencia sencilla, pero que ha desafiado los prejuicios más arraigados de las sociedades modernas: obtener la igualdad real sin importar orientación sexual ni identidad de género.
Son muchos los relatos sobre lo ocurrido en el bar Stonewall Inn, que era propiedad de un mafioso, en Nueva York. Sin embargo, el consenso es que, a partir de ese día, las personas LGBT encontraron su florero de Llorente para exigir un cambio en la actitud del Estado y de las personas con ellos.
En una época en que la persecución legal y policial obligaba a las personas LGBT a esconderse y a sufrir discriminación a diario, el Stonewall Inn era un punto de encuentro seguro para algunos de ellos que vivían en Nueva York. Una noche, la Policía hizo una redada en el bar y la situación escaló, pues las personas no quisieron obedecer en silencio. Como cuenta Mark Segal, quien estaba en el bar, en la Deutsche Welle: “Fue la primera vez que nuestra comunidad encerró a la Policía, que hasta entonces siempre nos había encerrado a nosotros”.
Los siguientes 50 años significaron una lucha constante que ha arrojado varias victorias. Aunque todavía hay lugares en el mundo donde es ilegal ser una persona LGBT, la gran mayoría de los Estados despenalizó la conducta y la Organización Mundial de la Salud dejó de catalogar la homosexualidad como una enfermedad mental.
Colombia no ha sido ajena a ese proceso. Desde la década de los 80 se despenalizó la homosexualidad y son varias las iniciativas de organización que han visibilizado la discriminación contra las personas LGBT.
En particular con la Constitución de 1991, organizaciones como Colombia Diversa fueron incesantes en cuestionar, mediante acciones de constitucionalidad y de tutela, las leyes que no permitían la igualdad real. Gracias a eso, y a una Corte Constitucional que tambaleó al principio, pero se puso a tono con la realidad del país, hoy en Colombia las parejas del mismo sexo tienen derecho a la unión marital de hecho, el matrimonio y la adopción; las personas trans pueden cambiar su nombre en la cédula sin mayores obstáculos y se han eliminado muchas normas discriminatorias del ordenamiento jurídico.
No obstante, estamos lejos de la igualdad real, hay que decirlo. Las personas LGBT siguen siendo asesinadas y estigmatizadas por su orientación sexual o identidad de género, y en particular la población trans se sigue encontrando muchos obstáculos en el Estado y la sociedad para desarrollar sus proyectos de vida. Los movimientos oscurantistas que han crecido en el Congreso de la República usan el engañoso discurso de la “ideología de género” para impulsar medidas regresivas que amenazan todos los triunfos.
Dicho eso, hoy Colombia es mucho más respetuosa de la diversidad gracias al esfuerzo constante de tantas personas LGBT a lo largo de la historia. Es una buena oportunidad para recordarlas, reconocerlas y homenajearlas.
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