Y eso, por supuesto, obedece a la calidad misma de lo ofrecido y a la demanda que los ciudadanos tienen por una buena muestra de arte. Es otro tipo de progreso. Un espacio abierto que esperamos siga creciendo con la misma fuerza a lo largo de los años.
Este año hay treinta referentes de la plástica en el período 1950-1980, como una forma de hacerle entender al espectador de dónde viene el arte del presente y cómo se contextualiza con el del pasado. Son 66 las galerías de 29 ciudades del mundo que serán exhibidas en la sección principal. Son 27 los proyectos individuales y tres los espacios independientes para artistas menores de 40 años (como Andrea Acosta o Diego Piñeros), quienes no cuentan con una difusión suficientemente amplia como para hacerse a un nombre a nivel comercial. Son 14 los proyectos de trabajos de artistas y diseñadores contemporáneos, con representación de galerías nacionales y extranjeras. Y finalmente está ArticulArte: esa buena idea de que los visitantes puedan ir y conocer el proceso de producción en el taller del artista: hacerle preguntas, conocer su mundo creativo de una forma íntima y personal.
Pero hay más en Bogotá. Alrededor de Artbo se han gestado en la capital otras iniciativas provechosas, que convierten a Bogotá, en este mes de octubre, en una ciudad apropiada por el arte. Hasta el 26 estará abierta la Feria de Arte Contemporáneo del Teatro Odeón, que reúne a 16 galerías nacionales y extranjeras distribuidas en 18 puntos del recinto con la intervención de los espacios. “Las galerías que participan representan a artistas emergentes y de mediana carrera. Entonces, realmente es una propuesta de las nuevas tendencias del arte contemporáneo”, dijo, en entrevista para este diario, Tatiana Rais, su directora.
El coleccionismo incentivado por precios razonables es también otro de los eventos: la Feria del Millón, donde nada puede exceder ese monto. De esa forma se incentiva la compra de arte, pero también la trayectoria de nuevas figuras que quieren encontrar su lugar en el mundo de las artes plásticas. Más de 4.000 personas en dos días fueron los asistentes a la edición del anterior evento.
Está, también, Barcú, inaugurada el pasado 22 de octubre y nacida de la idea que tuvo el galerista bogotano criado en París Cristopher Paschall, y que cuenta con 11 galerías internacionales y también charlas, instalaciones, talleres y conciertos: otra mirada al arte contemporáneo que busca incentivarse. Y en el norte de la ciudad, por si fuera poco, Sincronía abre un espacio al arte moderno y contemporáneo.
Un aire recorre las calles bogotanas. Este mes hay un festival de gran envergadura. Y para todos los gustos, intereses artísticos y presupuestos. Es algo que la ciudadanía debe aprovechar al máximo durante estos días: se trata de un espacio de cohesión social a través del arte plástico, nada menos. Y eso es importante. Tanto su presencia y su intercambio, como el aprecio y la inmersión en él.
No se trata este evento de la muestra de un conjunto de piezas sueltas, puestas una detrás de la otra al azar, cosa que lo haría significativo y valioso por sí mismo, sino que es una experiencia total que se logró con bastante esfuerzo: la idea de que los visitantes entren a una ciudad distinta, a un pedazo de ella. Una experiencia que desdibuja la cotidianidad y que está ahí, al alcance de la mano, con diversas versiones, para todo. Es hora de ir y aprovechar esa ciudad distinta.
Por El Espectador
