Confiar y respetar el proceso de elección de contralor

El Espectador
14 de agosto de 2018 - 05:00 a. m.
Harían muy mal los congresistas en echar por la borda el valor agregado de un proceso como el que se ha surtido para elegir al nuevo contralor. / Foto: Archivo
Harían muy mal los congresistas en echar por la borda el valor agregado de un proceso como el que se ha surtido para elegir al nuevo contralor. / Foto: Archivo

Los entes de control en Colombia deberían ser espacios alejados de la politiquería. Suena ingenuo pues, cuando el Congreso es el que elige, la historia ha demostrado que rara vez los criterios que priman son los técnicos; pero no por eso deja de ser cierto. El país necesita funcionarios con total independencia para realizar la difícil tarea de vigilancia.

Se espera que este jueves el Congreso de la República elija al nuevo contralor, que reemplazará a Edgardo Maya. Se trata de una decisión con consecuencias monumentales. La Contraloría, encargada de revisar la destinación de los recursos a nivel nacional y departamental, es una aliada crucial en la lucha contra la corrupción; no puede hablarse de una Colombia más transparente si en ese cargo no hay una persona idónea, sin deudas políticas pendientes.

Dentro de la fallida reforma al equilibrio de poderes, una de las pocas medidas que sobrevivieron al examen de la Corte Constitucional fue una interesante modificación a la manera como se elige el contralor. En vez de ser una decisión exclusivamente política, los candidatos pasaron primero por el análisis de una entidad independiente y experta, en este caso la reputada Universidad Industrial de Santander (UIS).

Por eso, en días recientes se conoció una lista de 60 candidatos a la Contraloría General que esa universidad considera son los más preparados. Además, al lado de sus nombres aparece un puntaje que evalúa, según resolución de la mesa directiva del Congreso, “mérito profesional, laboral y académico del aspirante a través de los títulos de estudios, experiencia profesional, docente y de autoría de libros de formación profesional, que sean relacionados y acompañados en el momento de la inscripción”. También se realizó una prueba de conocimientos por escrito, cuyos resultados se hicieron públicos.

El siguiente paso, sin embargo, es exclusivamente político. Una comisión del Congreso, con parlamentarios de todos los partidos, depurará la lista de candidatos a unos diez, para que el jueves se elija al próximo contralor.

Harían muy mal los electores en echar por la borda el valor agregado de un proceso como el que se ha surtido. Si la opinión experta e independiente se torna irrelevante y termina triunfando más bien quien demuestre ser el más avezado en el lenguaje de los políticos, sería necesaria la pregunta: ¿para qué la pantomima?

La transparencia no puede ser un espejismo. Para obtenerla, y para recuperar la confianza de los colombianos, hay que tomar decisiones difíciles. En el caso de los congresistas, es fundamental que se desprendan de sus intereses individuales, o los de sus partidos, y aprovechen que el proceso se pensó para garantizar la independencia e idoneidad del elegido.

Celebramos el cambio en el método de elección y esperamos que el Congreso entienda la importancia de la decisión que tienen al frente. Como lo dijo, de manera cruda, el actual contralor, Edgardo Maya: “Poner a un corrupto a manejar la Contraloría es lo mismo que nombrar de rector de un jardín a un violador”. Demuestren que las reformas sirven para evitar esos casos extremos.

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