Continúa la tragicomedia venezolana

El Espectador
07 de mayo de 2020 - 05:00 a. m.
Lo que parecía ser otra acusación sin pruebas de una incursión para derrocar a Nicolás Maduro resultó ser verdad. Es importante que Colombia aclare las dudas sobre la intervención que se vio en Venezuela la semana pasada. / Foto: EFE
Lo que parecía ser otra acusación sin pruebas de una incursión para derrocar a Nicolás Maduro resultó ser verdad. Es importante que Colombia aclare las dudas sobre la intervención que se vio en Venezuela la semana pasada. / Foto: EFE

El fin de semana pasado, Venezuela vivió otro capítulo doloroso dentro de su historia reciente. Lo que parecía ser otra acusación sin pruebas de una incursión para derrocar a Nicolás Maduro resultó ser verdad. Ocho personas muertas, 15 más capturadas, entre ellas dos mercenarios de Estados Unidos, y la búsqueda de otras más, es el saldo de la Operación Gedeón, que hace recordar, muy guardadas las proporciones, a Bahía de Cochinos. Maduro la calificó como una operación “narcoterrorista” organizada con el apoyo de Estados Unidos y Colombia, lo que ambos gobiernos han desmentido.

Esta acción militar se suma a los intentos fallidos que ha llevado a cabo la oposición para propiciar la salida de Maduro del poder y retornar a la democracia. El año anterior se registraron dos importantes intentos de generar una gran movilización popular y desestabilizar a la dictadura. Lo acontecido en Cúcuta con la ayuda humanitaria, en febrero, y la liberación del líder opositor Leopoldo López, en abril, fueron dos grandes fiascos. Lejos de debilitar, atornillaron aún más al ocupante ilegítimo de Miraflores y le permitieron aumentar la represión, con el apoyo de Cuba. Aunque el presidente encargado, Juan Guaidó, ha tratado de deslindarse de lo ocurrido el fin de semana, hay señalamientos de que no solo estaba enterado de lo que iba a ocurrir, sino que habría apoyado económicamente la acción militar.

Por lo que se conoce de la “fallida incursión armada”, un comando de 60 personas, previamente infiltrado, intentó ingresar por mar en dos sitios distintos del litoral venezolano. Guaidó dijo ante la Asamblea Nacional, que preside, que “estaban esperándolos para masacrarlos (...) sabían de esto y los esperaron para masacrarlos”. Quien figura como responsable de la operación es un ex boina verde estadounidense, Jordan Goudrou, quien en un video, y diversas entrevistas concedidas, dio detalles de la operación y su participación activa en la misma. Él fue quien confirmó que los dos mercenarios capturados, Luke Alexander Denman y Airan Berry, hacían parte del operativo, tal y como lo había informado previamente Maduro.

Dentro de esta historia hay un vínculo con Colombia que debería ser aclarado. Hace unas semanas fue detenido en Barranquilla, y enviado a Estados Unidos, el exgeneral venezolano Clíver Alcalá, bajo cargos de narcotráfico. Alcalá estaba vinculado con la incautación de un cargamento de armas en la costa Atlántica. Afirmó que las mismas eran para un grupo de exmilitares venezolanos que iban a actuar contra el régimen de Maduro. Es importante que las autoridades expliquen cuál es el real grado de participación en este tipo de hechos, o si solo se hicieron los de la vista gorda. Según informaciones de medios en Estados Unidos, la fallida intentona militar en Venezuela partió de algún lugar en territorio colombiano. Maduro insiste en que fue desde La Guajira, sin aclarar si en la parte colombiana o venezolana. En medio de los problemas prioritarios de la atención a la pandemia y el escándalo que sacude a la inteligencia militar, este parece ser un hecho secundario, pero no por ello menos importante.

La real intención de la acción militar varía según la fuente. Para Maduro no cabe duda de que se trató de una invasión marítima con el fin de derrocar su gobierno con el apoyo de la DEA, según dice que le confesaron los detenidos. Para algunos opositores se trata de un presunto hecho que está más vinculado al interés de algunas personas de lograr la captura del ocupante de Miraflores y cobrar así los US$15 millones ofrecidos por el gobierno de Estados Unidos a cambio de su entrega. El tiempo ayudará a dar más claridad a lo que realmente ocurrió.

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