Crisis en la Comuna 13, de nuevo

El Espectador
03 de mayo de 2018 - 02:30 a. m.
Aunque la fuerza es necesaria, como ya lo mencionamos, el Gobierno Nacional y el local deben estar al tanto de sus limitaciones. Que no ocurra otra situación como la de la Operación Orión. / Foto: EFE
Aunque la fuerza es necesaria, como ya lo mencionamos, el Gobierno Nacional y el local deben estar al tanto de sus limitaciones. Que no ocurra otra situación como la de la Operación Orión. / Foto: EFE

Medellín, a punta de voluntad, inversiones sociales y fuertes luchas, lleva ya un par de décadas sacudiéndose la imagen negativa que por tanto tiempo la marcó y es hoy uno de los orgullos de Colombia y una promesa a futuro de que sí podemos ser un país en paz y desarrollado. Por eso, la crisis de la Comuna 13, los problemas de seguridad y los fuertes enfrentamientos que se vienen presentando duelen tanto.

Aunque han sido años difíciles, en particular las últimas tres semanas la Comuna 13 sacó su peor versión. Asesinatos, extorsiones, microtráfico, lucha entre bandas criminales y grupos armados al margen de la ley, así como amenazas directas a las autoridades. El objetivo es difuso, aunque la Alcaldía y los expertos coinciden en que se trata de una respuesta a la estrategia de mano dura adoptada por la administración de Federico Gutiérrez, que ha desencadenado en capturas claves, y a una pugna interna entre los “combos” por el control territorial.

En los últimos tres años han sido capturados 2.451 integrantes de bandas y 96 cabecillas importantes, como Carlos Pesebre, Pichi y Sombra. Juan Manuel Piedrahíta, Juancito, quien había sido señalado de ser el artífice del más reciente recrudecimiento, se entregó a las autoridades esta semana. Respaldamos a las autoridades y a la Alcaldía en su ofensiva, pues el control del Estado en estos territorios no puede quedar en duda.

Sin embargo, es inevitable lamentar que en abril esta guerra entre combos dejó 59 asesinatos, convirtiéndolo en el mes más violento en lo que va del año, con el 30 % de los homicidios. También es frustrante que esta situación no es nueva.

Como lo explicó Pascual Gaviria en El Espectador, la capital de Antioquia “enfrenta siempre un equilibrismo contra la violencia, una incertidumbre sobre las urgencias, los correctivos y los propósitos de quienes ejercen el poder armado. Un poder difuso, siempre en cuestión, amenazado y amenazante. Desde hace más de una década es claro que las autoridades no controlan los ciclos de violencia”. La pregunta necesaria es, entonces, qué podemos hacer para que se supere esta historia de una vez por todas.

Aunque la fuerza es necesaria, como ya lo mencionamos, el Gobierno Nacional y el local deben estar al tanto de sus limitaciones. Esto también, esperamos, debe estar en la mente de los candidatos a la Presidencia, que tendrán en la situación de orden público su primer gran reto. Que no ocurra otra situación como la de la Operación Orión, especialmente cuando sobre la mesa hay propuestas de entrega a la justicia de los narcotraficantes que están en medio de este problema.

Medellín tiene todas las herramientas para encontrar una solución definitiva. En particular, es de resaltar su institucionalidad cada vez más fuerte y cohesionada. Nos unimos al clamor de la población por ver una ciudad con paz duradera. Como dijo El Colombiano en editorial reciente, “la Comuna 13 merece vivir en paz. Lo que pasa allí nos duele y preocupa a todos”. En Antioquia y en toda Colombia.

¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a yosoyespectador@gmail.com.

Por El Espectador

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