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De nuevo el Ruiz

El Nevado del Ruiz está activo, y como en otras oportunidades la dificultad de pronosticar exactamente una erupción abre un espacio a la especulación, fortalecida en esta ocasión por las redes sociales, y a la preocupación entre la población, especialmente de la región que ya percibe claramente las manifestaciones de la actividad volcánica.

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El Espectador
20 de abril de 2012 - 11:00 p. m.
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Los organismos y responsables del Sistema Nacional de Prevención y Atención de Desastres dan señales poco claras a la población. Éstas provienen casi siempre de los medios y de instancias que realizan el seguimiento de las variables sísmicas e hidrológicas más estrechamente relacionadas con esta clase de eventos.

Desde la erupción del Ruiz en 1985, que afectó varios ríos y departamentos (que hoy viven sobre sus cenizas) y destruyó Armero, donde murieron 25.000 personas, se ha progresado mucho en el seguimiento de la actividad volcánica, el comportamiento de los ríos y la atención de los desastres. En cambio, el sistema cojea en la prevención. Los protocolos existentes básicamente se orientan a manejar el desastre y no a su prevención. No basta con disponer de infraestructuras y equipos humanos capacitados que realicen el monitoreo y adelanten actividades ocasionales de capacitación con algunos pobladores, si la información emitida no es procesada y evaluada adecuadamente y no se dan directrices claras y precisas a los encargados del manejo de la situación en el terreno, es decir a ministros, gobernadores, alcaldes, autoridades regionales y a la comunidad.

Si la población no ha sido debidamente preparada, educada, capacitada e instruida sobre el fenómeno natural, el riesgo en que se encuentra y la manera de actuar frente a un evento, ni ha sido informada oportunamente sobre su dinámica, en el momento de su ocurrencia seguiremos viendo a las autoridades presenciando atónitas los efectos devastadores de los fenómenos naturales sobre la población, el agro, la infraestructura y la naturaleza. Y argumentando que no eran previsibles y que la magnitud del daño sobrepasa cualquier estimativo. O como en muchos casos de aquí y del exterior, diciendo que es menester enfrentar el desastre y que por lo tanto no es hora de buscar responsables, que frente a la imprevisión siempre los hay.

Las autoridades deben estar preparadas. Las declaraciones dadas durante la pasada temporada de lluvias por el presidente de la República, los gobernadores, alcaldes distritales y locales sobre sus interpretaciones de una alerta roja difieren notablemente; aún más difícil es para el público interpretar una alerta naranja de un organismo y una roja o amarilla de otro frente a la misma situación. El Ruiz está en alerta naranja: erupción probable en término de días o semanas. ¿Qué se debe hacer?

Los organismos de prevención dicen que se debe reubicar a la población en riesgo, mientras que las autoridades dicen que en muchos casos es imposible y que la población debe aprender a manejarse en condiciones de riesgo. Lo que no está claro es qué hacer cuando el evento es de tal magnitud que es imposible de manejar.

Todos los colombianos debemos estar educados para la supervivencia en caso de un desastre. Tener el entrenamiento y los elementos de supervivencia debe ser una obligación impuesta a todos por el Estado. Es preciso erradicar la costumbre de algunos políticos que piensan que si informan a la gente ésta entra en pánico.

Por todo esto, la cabeza del Sistema de Prevención y Atención de Desastres está en la Presidencia de la República y debería estarlo también a nivel ministerial. Se debe aprender a cabalidad la lección de Armero y trabajar en la verificación de protocolos para reducir los efectos de una erupción del Nevado del Ruiz.

Por El Espectador

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