Publicidad

Demócratas por resultados

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
10 de julio de 2021 - 03:00 a. m.
En vísperas de nuevas elecciones, el vecindario nos está mandando una advertencia clarísima de lo que debemos evitar y combatir. / Foto: AFP
En vísperas de nuevas elecciones, el vecindario nos está mandando una advertencia clarísima de lo que debemos evitar y combatir. / Foto: AFP
Foto: AFP - ALEX EDELMAN
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

“Si no gano las elecciones, es que hubo fraude”. Eso es lo que dicen muchos políticos que no están dispuestos a ceder el control como dicta la democracia. No lo dicen de manera tan clara, por supuesto, ellos son más astutos, pero sus declaraciones no están muy lejos de esa frase tan sencilla y devastadora para las instituciones. Lo hemos visto una y otra vez, con más frecuencia, en los últimos años y en países cercanos. Lo angustiante es que el discurso cala en los seguidores más radicales de los derrotados, sirve para desestabilizar todo el proceso electoral y nos termina acercando al autoritarismo.

El tema está vigente por dos casos recientes en la región. En Perú, la derrotada Keiko Fujimori invocó la sombra de un fraude que no ha sido capaz de probar. Es llamativo que un defensor de la democracia en el discurso, como es el expresidente Andrés Pastrana, se haya sumado a esa estrategia para sabotear la elección de Pedro Castillo. El exmandatario colombiano dijo que Venezuela tenía influencia en el conteo de votos, lo que generó un justo repudio por parte de las autoridades locales. La situación en Perú sigue muy tensa debido a la polarización y al hecho de que la parte derrotada no ha querido respetar los resultados, optando por incendiar más los ánimos.

Hace una semana, también, el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, envió un mensaje inequívoco. Perdiendo su reelección en las encuestas ante Lula da Silva, con una crisis pandémica exacerbada por su negacionismo y que, a la fecha, ha matado a más de medio millón de brasileños, y con un serio escándalo de corrupción en la compra de vacunas, el ultraderechista decidió volver a sembrar cizaña. “Le entregaré la banda presidencial a quien gane las elecciones limpiamente. No con fraude”, dijo.

La frase suena razonable porque está diseñada para decir lo obvio. Así funcionan las estrategias de distracción y caos del autoritarismo. Por supuesto que si hay fraude se desataría una crisis, ¿pero por qué sembrar dudas de falencias electorales de antemano si no hay pruebas y si las elecciones ni siquiera se han celebrado? Bueno, la respuesta es clara: la democracia solo les sirve cuando triunfan.

Los ecos de lo ocurrido con Donald Trump en Estados Unidos no son coincidencia. Aquel país no ha querido investigar seriamente lo ocurrido en la toma del Capitolio y los discursos del fraude siguen pululando. Cuando hubo ese ataque, Bolsonaro fue de los pocos que repitió las falsedades del magnate. “Allá hubo gente que votó tres, cuatro veces, muertos votaron. Fue una fiesta allí. Nadie puede negar eso de ahí”, dijo el brasileño, pese a que innumerables auditorías ya habían demostrado que eso era falso. “En Brasil, si aún tenemos el voto electrónico en 2022, va a suceder lo mismo”, agregó. Lo mismo que sucederá no es el fraude, sino la estrategia para no reconocer la derrota.

Este no es un fenómeno exclusivo del populismo de derecha. Un estudio publicado en la Political Research Quarterly en 2017 encontró que los partidarios del candidato derrotado tienen más posibilidades de creer que hubo fraude en comparación con los victoriosos. Lo vimos en Colombia en las pasadas elecciones presidenciales: unos cuantos tarjetones alterados, que no hicieron la diferencia, se utilizaron para sembrar dudas sobre todo el resultado. En vísperas de nuevas elecciones, el vecindario nos está mandando una advertencia clarísima de lo que debemos evitar y combatir.

¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.

Nota del director. Necesitamos lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.

Conoce más

Temas recomendados:

 

Jaime(64690)11 de julio de 2021 - 12:15 a. m.
¿Esta es la columna de Tola y Maruja? Lo pregunto porque, incluso cuestionándolo, decir que Pastrana es "defensor de la democracia" es todo un chiste. Como también es un chiste excluir a Colombia con el cuento de "unos cuantos tarjetones". Puede que Duque haya ganado por una mayoría y sin fraude, pero los delitos como la ñeñepolítica existieron y duermen tranquilos en una Fiscalía cómplice.
Alberto(3788)10 de julio de 2021 - 09:00 p. m.
Acertado. Mas en la última elección para presidente se comprobó la Compra de centenares de miles de votos que es cierto no fueron los que necesitaron para ganar la presidencia, pero lo democrático habría sido declarar ilegítima la elección, repetirlas SIN el ganador y con sanción efectiva a la secta cd por ser la promotora del delito.
Jairo(40104)10 de julio de 2021 - 07:51 p. m.
¿Unos cuantos tarjetones? Fueron más de unos cuantos más compra de votos por los barones regionales.
Blas(14742)10 de julio de 2021 - 07:43 p. m.
Eso pasa cuando los gobernantes independientemente de sus ideologías actúan con el hígado y sus intereses, y no con respecto y la lógica de la democracia; y así pretenden deslegitimar al elector cuando este actúa con independencia del poder y da su veredicto que resulta en contra de quien está de turno, no entienden que sólo es eso, su turno, y este es temporal en una democracia que se respete
hector(85138)10 de julio de 2021 - 07:26 p. m.
De pronto unos cuantos tarjetones no hagan diferencia, pero la compra de votos y la narcofinanciacion? Le falto ese pedacito al del editorial, lo hizo a proposito?
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.