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¿Dónde está el presidente?

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21 de agosto de 2022 - 05:00 a. m.
Si el mandatario no adopta una agenda más disciplinada, puede terminar cayendo en una presidencia dominada por la improvisación. 
A nadie le conviene eso. / Fotografía por cortesía de Presidencia.
Si el mandatario no adopta una agenda más disciplinada, puede terminar cayendo en una presidencia dominada por la improvisación. A nadie le conviene eso. / Fotografía por cortesía de Presidencia.
Foto: Presidencia
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Dentro de los muchos símbolos que han caracterizado la llegada de Gustavo Petro a la Presidencia de la República, hay dos que deberían desaparecer cuanto antes: las repetidas ausencias o inusitadas demoras del presidente en momentos importantes y el desorden ministerial que ha llenado a los colombianos de propuestas ambiciosas sin rumbo fijo. Si el mandatario no adopta una agenda más disciplinada, muestra que respeta el tiempo de sus interlocutores y además empieza a tirar una línea más clara de mando ante sus ministros, puede terminar cayendo en una presidencia dominada por la improvisación. A nadie le conviene eso.

La impuntualidad no es asunto menor. Cuando era presidente electo, Gustavo Petro se comprometió a encontrarse con los alcaldes y alcaldesas del país. Nunca apareció y sus subalternos dijeron que tenía una agenda complicada. Esta semana que termina, dejó plantados a los militares en la escuela José María Córdova, donde se iba a llevar a cabo el acto importantísimo del reconocimiento de las fuerzas. Para añadir al insulto, su equipo de prensa dijo que estaba en “reuniones urgentes”, luego que los decretos para la posesión de la nueva cúpula y algunos ministros no estaban en orden y, al final, el propio presidente dijo que el problema era un “fuerte dolor de estómago”. Como queriendo disimular el desplante, en redes sociales publicaron fotografías del presidente con la tropa. Ni las disculpas poco claras ni las imágenes estratégicas borran que hubo una ausencia en momentos simbólicos claves. Esto se suma a las múltiples ocasiones en que el presidente llega tarde, desde el Consejo de Ministros hasta la asamblea de la Asociación Nacional de Industriales, con el mensaje implícito de que el tiempo de los demás no es tan valioso como el del mandatario.

No es un mero reclamo estético, por cierto. El significativo cambio de la cúpula en las Fuerzas Armadas, que apoyamos pues el presidente está en todo su derecho de tener a las personas indicadas para sus promesas de cambio en la doctrina militar y de policía, generó justa intranquilidad entre soldados y policías. Por eso, ausentarse faltando solo 45 minutos para el reconocimiento de las tropas con excusas vagas es una afrenta que nos lleva a preguntar: ¿dónde está el presidente?

Esa pregunta cobra aun mayor relevancia cuando se escucha la disonancia de voces en su gabinete ministerial. Es como si cada uno de los nuevos ministros estuviera haciendo carrera a ver cuál anuncia la reforma estructural más ambiciosa. Pero, salvo por la reforma tributaria urgente ya presentada, no hemos escuchado desde la Casa de Nariño una visión coherente sobre cómo todas las reformas se articulan y dónde estarán las prioridades. En general, en sus discursos el presidente Petro ha mostrado ponderación, pero no ha sido capaz de marcar un liderazgo entre sus ministros que le dé tranquilidad al país en un tiempo de mucha incertidumbre por tantos cambios que se anuncian.

Hay una oportunidad histórica: todos los sectores del país, incluyendo el empresariado, han dado muestras de que, pasadas unas feroces elecciones, hoy reconocen que, producto de un estallido social, el mandato del presidente Petro son los cambios. Empero, si la respuesta es la improvisación, las ausencias constantes con explicaciones confusas, la falta de transparencia y colmar los micrófonos de los medios con ministros tirando línea cada uno por su cuenta, todo puede devolverse y frustraremos las posibilidades de ese cambio.

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