Economía estancada

Con respecto al mismo trimestre del año anterior, la economía se contrajo en 0,5%. Con respecto al trimestre inmediatamente anterior, creció 0,7%. Más allá del debate insulso sobre si la economía está o no en recesión, el hecho evidente es que la producción total de bienes y servicios es hoy inferior a la de un año atrás. La economía colombiana ha retrocedido como resultado de la crisis económica internacional. Probablemente ya tocó fondo. Pero el retroceso es innegable: es un hecho.

El comportamiento sectorial ha sido bastante heterogéneo. La caída de la industria ha coincidido con el auge de la construcción y la minería. La contracción en el comercio ha estado acompañada de la expansión en los servicios financieros. El sector agropecuario tuvo también un decrecimiento sustancial. El transporte, los servicios públicos y sociales están estancados. En suma, la construcción y la minería evitaron que los efectos de la crisis fueran mayores, compensaron el derrumbe de la manufactura, que tanto en Colombia como en el mundo ha sido dramático.

En el segundo trimestre de este año la economía crecerá levemente, iniciará un lento proceso de recuperación que puede durar más de un año. La confianza de los consumidores no despega. La inversión está estancada. El crédito comercial y de consumo está creciendo lentamente por falta de demanda. Las exportaciones están cayendo y podrían caer más rápidamente como consecuencia del cierre gradual del mercado venezolano. Actualmente, el único factor reactivador es la inversión pública. Los gobiernos locales parecen haber acelerado la ejecución de los proyectos planeados. Pero las inversiones del Gobierno Nacional avanzan muy lentamente.

Ante las perspectivas de una recuperación lenta no es tiempo de cantar victoria. Incumbe que las autoridades económicas continúen buscando formas de acelerar la salida de la crisis. La decisión del Banco de la República que, sorpresivamente para muchos, decidió bajar la tasa de interés es una buena noticia. Del mismo modo, los subsidios a la tasa de interés para vivienda de clase media, anunciados hace unos meses por el Gobierno Nacional, han sido eficaces en reactivar la construcción. Las obras civiles han desempeñado un papel importante. Pero todavía la actividad real es muy inferior a los anuncios.

La economía colombiana ha tenido un comportamiento aceptable en medio de unas circunstancias muy difíciles. Esta crisis, a diferencia de la anterior, no causó una debacle social. Pero los efectos adversos de una recuperación muy lenta no deberían subestimarse. Los costos sociales pueden ser altísimos. La complacencia puede ser muy peligrosa. El desempleo ha seguido creciendo. La informalidad laboral sigue siendo muy grande. Y un crecimiento económico inferior al crecimiento demográfico podría agravar estos problemas. La política económica, en últimas, todavía tiene un papel que cumplir.

El Gobierno Nacional debería no sólo acelerar el muchas veces anunciado plan de infraestructura, sino también retomar la idea de una verdadera política de empleo. El Banco de la República, por su parte, debería seguir aprovechando el espacio abierto por el descenso de la inflación para seguir bajando la tasa de interés. Por último, el sector financiero debería dejar sus temores y contribuir, mediante la expansión del crédito, a la incipiente recuperación.

La economía está estancada. Y las autoridades económicas tienen todavía mucho por hacer.